martes, 12 de enero de 2010

Sí a la inclusión

Según el DRAE negocio es “aquello que es objeto o materia de una ocupación lucrativa o de interés”. Aunque parezca muy evidente la historia de los negocios ha sido más exclusiva que inclusiva. Es decir más exclusivista sin pensar en la cantidad de público consumidor de bajos recursos. Muchas empresas privadas, parecen olvidarse de atender las necesidades de la base de la pirámide.

Es evidente que es mucho más sencillo manejar veinte cuentas bancarias con mucho dinero, que manejar cien con poco. Esta forma de pensar trae consecuencias graves. En primera instancia se le está dando al estado más poder, ya que si las empresas privadas no le dan la atención debida a las clases populares, lo hará el estado. Si es populista con sesgos comunistoides como el caso venezolano, el estado hará circular por la calle más dinero. Si circula más papel inorgánico, aumenta la inflación. Si aumenta la inflación, los niveles de especulación suben. Si los niveles de especulación suben, el gobierno aumenta los impuestos. En general el pobre se hace más pobre, el desequilibrio socioeconómico aumenta al igual que la inseguridad en todas sus ramas públicas y privadas.

En estos casos es un “deber ser” de la empresa privada hacerle frente a esta amenaza. Está comprobado que el estado cuando se agiganta aumenta la burocracia y se vuelve torpe, deficiente e ineficaz. No podemos olvidar que la esencia del individuo se encuentra en la libertad. El hombre es libertad y mientras el estado tenga menos control sobre el ciudadano mayor será la libertad para el individuo y por su extensión para el pueblo entendiéndolo como una suma de individualidades.

Es por eso que debemos sacarnos de la cabeza aquello de que “lo público” debe encargarse del pueblo y el ente privado del vértice de la pirámide. Culpa es también de los sistemas proteccionistas estatales producto de un nacionalismo malsano que recordemos, produjo dos guerras mundiales y una civil en España. La administración del estado a través de los gobiernos, para proteger a unos pocos con sus corruptelas, crea y aumenta los impuestos de aduanas para que la importación se dificulte, obligando de esa manera al pueblo consumidor a comprar un producto nacional, probablemente deficiente. Mientras tanto el producto de buena calidad importado, sólo pueden adquirirlas las clases media y alta.

Entonces cabe preguntarnos ¿Es que acaso las clases bajas deben estar condenadas a comprar productos de mala calidad por el resto de su vida, sólo porque al gobierno le interesa proteger a algunos pocos? No suena bien. El estado, cuando impide la importación de productos no hace más que estancar la economía. ¿Cómo se supone que mejoremos la calidad de nuestros productos si no se nos permite competir en la economía de libre mercado? ¿Es posible acaso que si nosotros nos encerramos en nuestra casa, podamos crear un gallinero vertical, coser y cortar nuestras propias camisas y pantalones y cosechar las caraotas en nuestro conuco urbano, cuando bien podemos ir al mercado a comprarlo? No podemos inventar un mundo paralelo en nuestro patio posterior, es necesario salir de la casa para satisfacer nuestras necesidades.

Afortunadamente no todo está perdido. Los negocios inclusivos pueden y deben crecer. Por ejemplo, en Venezuela existe Cruzsalud, una empresa mediana que funciona a través de la medicina prepagada. Compite con Barrio Adentro y es una alternancia a los inoperantes hospitales y a las impagables clínicas privadas. Éste funciona como “debe ser”, porque a diferencia de Barrio Adentro, no vive exclusivamente del subsidio. Según fuentes consultadas “a finales de 2006, Cruzsalud contaba con 70 empleados, 70 médicos asociados en distintas especialidades y 15 instituciones relacionadas entre clínicas y laboratorios, que prestaban servicios a sus asociados”

Reforzando la economía inclusiva se irá disolviendo la economía informal, que es uno de los principales problemas que tiene Venezuela, ya que se evitan los impuestos y afectan también a la industria cinematográfica y musical, verbigracia (no olvidemos que lo que más venden los buhoneros son D.V.D y CD).

He aquí pues, la importancia y proyección de los negocios inclusivos que no debe tomársele a la ligera y que deben crecer en el país. Estamos pues ante una coyuntura política, social y económica de suma importancia y trascendencia histórica a la que debemos enfrentarnos con mucha valentía y esfuerzo. Sólo así sacaremos adelante al país y contribuiremos al bien común, que no es más que la suma de todos los “bien estar” de cada uno de la población. Finalmente concluyo con esta reflexión: La sociedad no es el fin, sino el medio para el mejoramiento material del individuo.

3 comentarios:

Javier Vidal Pradas dijo...

Una buena reflexión desde el perspectivismo de una derecha económica humanista, deslastrada del egoismo de la acumulación innecesaria de bienes materiales. Un buen modelo para salir de esta estanflación

Profeballa dijo...

Excelente artìculo!!. Sigue asì!
Un abrazo

Rafael Avila dijo...

Muy buen artículo Jan. Te felicito. Y estoy de acuerdo con lo que comentas.
Un abrazo.