sábado, 20 de junio de 2015

El Pie de la Virgen





El Pie de la Virgen obra original de Andrés Eloy Blanco y dirigida actualmente por Orlando Arocha se presenta en sus últimas funciones en la Caja de Fósforos de Bellos Monte.

Un grupo de estudiantes, cada uno con su respectivo mote, se reúnen, filosofan, hablan de la tiranía de Topón y de qué podrían hacer frente a él. Cabeza azul, líder de la banda es enjaulado por el Tirano. Es rescatado por su novia de la jaula y le repite la profecía que escuchó de la estatua de la virgen: sólo su pie derrotará la serpiente de dos cabezas. La resolución es completamente inesperada pues el autor se lleva la metáfora tan literal que resulta confusa. La novia de cabeza azul se corta su pie, se cose el de la Virgen y cierra la obra con la derrota de Topón y el pie de ella encima.

Doña Ana pareciera representar la madre Patria, la mujer sometida de Topón que lleva luto por encima de una ropa colorida; ve con tristeza a sus hijos, sin saber qué hacer por ellos. Topón es una caricatura de Juan Vicente Gómez, cabeza azul representa al movimiento estudiantil de la generación del ’28, los malucos son la milicia al servicio del dictador.

Del montaje cabe destacar la contemporización de ciertos elementos en vestuario, escenografía y música. La obra abre como musical con la música de la Rapsodia de Queen (Mama mía) recurso que ha usado el director en varios de sus montajes. En Pterodáctilos (su anterior montaje) me pareció un recurso acertado, sin embargo aquí me produjo algo de ruido.

El vestuario contemporiza la pieza en casi todos los personajes y de manera magistral te da las claves para hacer la conexión con la generación del ’28 al trocar, de un acto a otro, los pupitres y pizarras, por los murales de la Central. La brutalidad e idiotez del dictador no requiere de ninguna contemporización, tampoco los pseudointelectuales que lo aplauden como focas y que en voz baja murmuran y se burlan.

A nivel actoral, además de Antonio Ruiz y Eulalia Siso que son los actores de larga trayectoria, destaco la actuación de Aitor Aguirre en especial en el momento en que es enjaulado y por un momento hace pensar a los subordinados de Topón.

A pesar de la excesiva abundancia de metáforas y otros recursos literarios que requieren de un complejo esfuerzo de entendimiento por parte del público, a grosso modo el mensaje de la obra llega, se entiende. Las conexiones entre el movimiento estudiantil actual, la brutalidad del dictador y la represión de los soldados al servicio del mismo, son palpables y se entienden. Por eso pienso que haberse presentado, previo a la Caja de Fósforos, en el Teatro Municipal para el festival fue un acto de valentía y coraje.