lunes, 20 de diciembre de 2010

NIXON VS FROST



Nixon vs. Frost es una película basada en hechos reales sobre un presentador inglés que ve la oportunidad de hacerle una entrevista al expresidente de los Estados Unidos, Richard Nixon. Como este trabajo pretende analizar el enfoque ético periodístico y no político, se analizará al personaje de Frost y no de Nixon. Desde el punto de vista ético no hubo ninguna falta ya que para la conformación de la entrevista se hace un acuerdo previo y pago de cuatro entrevistas que cada una tiene un tema distinto (Asuntos internos, Política exterior, Nixon: El Hombre, y El caso Watergate en ese orden). Desde el punto de vista deontológico Frost cumplió a cabalidad el acuerdo, ya que las entrevistas se lograron hacer justo en ese orden y sin ningún retraso dentro del horario establecido.

La película comienza con el rechazo de todos los canales de televisión norteamericanas a cubrir con los gastos para la entrevista ya que ningún canal veía con entusiasmo que David Frost tuviera éxito alguno. Las razones son obvias, es muy extraño que un animador inglés, cuyos programas de televisión son bastante frívolos, (Especie de Daniel Sarcos), se inmiscuya en la política norteamericana. Sin embargo es admirable el valor periodístico que tuvo esta entrevista para Estados Unidos, en caso contrario no se hubiese hecho esta película.

Es interesante destacar la personalidad frívola y poco seria con que se toma este hombre el proceso de investigación con su excesiva confianza, en comparación con sus investigadores, y obviamente subestimando a Nixon, olvidando así que es un político a quien se va a enfrentar y por muy bueno o muy malo que haya sido en su administración, un político siempre tendrá un dejo maquiavélico, natural en cualquier mandatario. Esto le trajo muy malas consecuencias para su primera entrevista en primer lugar porque Nixon usa la técnica de descolocar al periodista justo antes de comenzar a grabar, haciéndole ver lo “afeminados” de sus zapatos. Una vez desconcentrado, Frost comienza la entrevista con una pregunta del caso Watergate, olvidando así que ese no era lo programado en lo pactado previamente. Sin embargo, Nixon es un hombre preparado y supo, como todo buen político, esquivarle la pregunta, haciendo respuestas extremadamente largas sin interrupción del periodista evidenciando así que Nixon sí había hecho su tarea de prepararse para la entrevista y Frost no.

Para la segunda entrevista Frost llegó un poco más preparado, y hubo de hecho alguna mejora en la entrevista sin embargo todavía no lograba dar en el blanco. Nixon volvió con la misma técnica de descolocarlo justo antes de la entrevista, hacer respuestas largas, con prácticamente el mismo resultado. Para este punto sus investigadores querían colgarlo del palo mayor, principalmente porque no había logrado sacarle nada nuevo ni de interés para el público.

En la tercera entrevista que era sobre su vida personal, siguió ganando terreno sin problema alguno. Frost todavía no había aprendido y Nixon ya confiado volvió con su técnica del descolocamiento y pasó a la siguiente ronda prácticamente intacto.

En la noche previa a la entrevista final, Nixon llama a Frost por teléfono en un serio estado de ebriedad y le confiesa la importancia que puede tener esta entrevista para cualquiera de los dos. Le confiesa que sólo uno podrá brillar y el otro quedará opacado. Esta llamada es lo que termina de despertar al periodista adormecido que se encuentra en él. Se produce un cambio y se sumerge en la investigación periodística de manera seria y profunda. Para esta última entrevista los papeles se invierten por completo, Frost aprende la lección y comienza descolocando a Nixon. Frost logra derrotar a Nixon haciéndole confesar, logra el objetivo. La entrevista es salvada y Frost logra así redimir su ética de buen periodista.

En el epilogo Frost visita a Nixon a su casa con un pequeño regalo, con la intención de que no quede ningún rencor por la entrevista, lo que demuestra la buena voluntad del periodista. Este mensaje final nos hace reflexionar sobre saber diferenciar la vida personal de la pública. Si tenemos un conocido al que, nosotros como periodistas vamos a entrevistar, no importa que tan amigo nuestro sea, debemos deslindar todo sentimentalismo que pueda afectar nuestro trabajo, allí la importancia y proyección de la ética periodística.

martes, 14 de diciembre de 2010

El Fabulador


“El precio de la verdad” es una película filmada en 2003, inspirado en un reportaje de Buzz Bissinger de la revista Vanity Fair y la novela que luego escribió bajo el título “El fabulador” donde narra la historia de un periodista (Stephen Glass) que inventa noticias para escalar rápidamente en su carrera periodística (En The New Republic prestigiosa revista de actualidad y política en USA). Esta película está basada en hechos reales, en el marco del reciente electo presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton a finales del siglo XX.

La película comienza con uno de sus falsos relatos (Spring Breakdown) donde cuenta la hipócrita conducta de una comunidad de estudiantes burgueses del bando republicano, fumando hierba, emborrachándose, maltratando muchachas inocentes y hablando mal del propio partido al cual pertenecen.

En el periodismo la figura del jefe de redacción (también conocido como Editor) tiene no solamente la ardua tarea de corregir los errores de redacción y estilo de los periodistas, sino también de confirmar si todos los datos que aporta el periodista en su historia son reales. Cuando Stephen Glass cuenta esta primera historia, el Editor es Michael Kelly, quien tiene una posición tolerante no paternalista con sus reporteros. Al recibir una queja del comité juvenil del partido republicano donde esgrimen la falsedad del reportaje por el detalle de que en el hotel donde estaban hospedados estos estudiantes, no tiene servicio de mini-bar y por lo tanto no pudieron consumir botellitas de licor con los cuales supuestamente se habían emborrachado. Cuando el editor (Michael) llama al periodista (Stephen) a hacerle notar de esta queja, la respuesta de Stephen es la de haber recurrido a la ligereza especulativa de no ser un mini-bar si no posiblemente un mini-freezer alquilado. El editor Michael acepta la respuesta del periodista pero una vez ausente reconfirma el hecho en la fuente directa y, en el relato fílmico, queda en suspenso la veracidad del hecho. Cerrando la elipsis, en el encuentro final de ambos colegas, Michael le vuelve a preguntar sobre los hechos de aquella primavera republicana y le recuerda el incidente del mini-bar y sólo obtiene por respuesta el silencio de Stephen dejando el claro lo que es: un fabulador.

Seguidamente el dueño del periódico, Marty Peretz, tiene una fuerte discusión con el editor en cuestión y lo despide, no solamente por enfrentársele y herir su orgullo, sino por su supuesta negligencia en las formas de redacción. Esto hace que el siguiente editor sea Chuck Lane, considerado por Marty como el mejor periodista de su staff. Lane, no tiene el status y la estima del resto de la planta periodística a diferencia de Stephen que sí la tiene por su carácter jovial, simpático y adulador.

La razón es que Stephen tiene una mayor capacidad de socialización con los demás. Como trabaja en su mayor parte con mujeres, este periodista usa técnicas de manipulación como estar pendiente de los pequeños detalles, cosa que a las mujeres les encanta, cosas como que les trae chicles, esta pendiente de sus looks de cabello, su lápiz labial, se hace el que esta profundamente en contacto con sus sentimientos, hasta incluso llega a inventar rumores como que es homosexual simplemente para justificar estos comportamientos. Este es su principal escudo con sus compañeras periodistas a la hora de los reclamos de su nuevo jefe de redacción (Chuck Lane)

Al entrar Chuck a la jefatura editorial, el nuevo artículo del periodista es Hack Heaven (Paraíso del Hacker) que se convierte en el corpus del relato fílmico y donde es descubierto por un medio ínter-náutico. En la historia inventada un niño hacker malcriado recibe aplausos y ovaciones de una supuesta comunidad de hackers después de haber estafado a una gran multinacional. Para confirmar esta historia el nuevo editor Chuck contacta a otro editor de la competencia para comparar y verificar si los otros medios están cubriendo la historia de la misma forma. Allí descubre que el reportaje es una fabulación. No existe la noticia porque no existen los hechos. Eso produce unas fuertes fisuras entre la deontológica profesional, la ética y la moral periodística.

Ambos editores en su llamada telefónica plantean y proyectan los posibles problemas que pueden emerger una vez que el medio descubra la farsa informativa y publique la mentira. Chuck defiende a su colega como superior. Una descalificación pública afectaría por completo la carrera personal del periodista y salpicaría la inmaculada veracidad de la revista. El editor del medio cibernético en pacto de caballeros fija su postura en tiempo (informa la fecha de salida del artículo) y advierte que no convertiría en escarnio público a un colega, pero que debe comprender que se ha cometido un delito comunicacional y eso también es noticia y no se debe ocultar. Abre así un lapso para reconfirmar hechos del cuestionado reportaje donde participa en su rescate el propio editor al lado del periodista quien cada vez más va desnudando la mentira a medida que avanza la investigación de los hechos, todos ficcionales.

Los colegas periodistas de The New Republic asumen un gremialismo automático y deciden apoyar a Stephen sin confirmar y confrontar el reportaje en cuestión. En principio el editor Chuck decide suspenderlo y Stephen manipula con una supuesta debilidad psicológica que no es más que la máscara del fabulador que se burla de sus lectores y de la carrera misma atentando no sólo a los principios de la deontología periodística sino también a la ética. Stephen recurre al llanto, la súplica, el exceso de trabajo y lucha hasta las últimas causas su descarada mentira cuando Chuck descubre que no es sólo ese reportaje una quimera sino 27 de los 41 artículos que firmó para la revista.

En resumen, Chuck descubre finalmente que Stephen es un gran farsante y ha engañado a sus compañeros y a todos los lectores que han tenido a este medio como uno de los más veraces y de alta credibilidad en la selecta casta de políticos, incluyendo la lectura de los presidentes de Estado.

La carta de disculpa finalmente no es redactada en solitario por el editor, sino por la conciencia colectiva de los compañeros que vieron finalmente que su Editor en jefe estaba en lo cierto al quitarle la máscara de periodista a Stephen Glass. Muestra de esta manera que los colegas sopesaron la carrera y manipulación de su cuestionado compañero y optaron por una resolución ética. Son compañeros de trabajo pero deben distinguir entre un error casuístico que puede ser perdonado, a una reiterada, alevosa y compulsiva manera de mentir imperdonable en esta profesión.

La película finaliza con un juicio donde se esclarecen los delitos cometidos y observamos que el periodista acepta con su silencio que había inventado 27 reportajes parcial o completamente. Como ilustración fílmica Stephen lleva el hilo conductor del relato frente a unos estudiantes de comunicación social presentado como un ejemplo a seguir del periodismo contemporáneo… pero al final observamos, nuevamente, que se trata de otra de las fantasías del protagonista. Esta revelación final nos hace pensar que el protagonista es un mitómano, de allí sus viciosos excesos en la mentira.