domingo, 20 de diciembre de 2015

El Malquerido.



“¡Aquí estuvo Raymundo y todo el mundo!”, fue la primera impresión que tuve al salir de la función de la nueva película de Diego Rísquez, en el que ha demostrado una evolución muy positiva en su trabajo.

Apostando a que la película va a ser un éxito en taquilla, se llenó de cameos insólitos, tales como Chataing y/o Roland Carreño. Además de arriesgarse a lanzarla justo en el estreno de la nueva película de la Guerra de las Galaxias, esperando que el producto final sea un hit que la iguale, apuesta que debo admitir es bastante arriesgada.

Para los que no conocen al personaje (me incluyo en el lote) Felipe Pirela conocido como “El Bolerista de América”, fue un grande la música en su tiempo con un trágico destino. Ingredientes perfectos para una película.

La película cuenta con destacadas actuaciones como Natalia Román, Iván Tamayo, Samantha Castillo, Carlos Cruz, Sócrates Serrano, Kenia Carpio, que hacen de la película, a mi juicio, su principal atractivo. La mayoría tuvo que lidiar con un acento ajeno al suyo, y creo que lo logran. La única actriz que desentona en la película y no logró capturar al público con su personaje fue Greisy Mena, que interpreta a una niña de 13 años con quien obligan a casarse.

No puedo pasar por alto que Chino, atraerá a la fanaticada del reguetón a las salas de cine, marcando un hit en taquilla. Chino, no es actor, no tiene ninguna herramienta actoral que lo ayuda a defenderse en la película, sin embargo, en cine a veces vale más estar en casting que saber actuar; sin embargo vale destacar que no desafina ni desentona cuando canta, lo que balancea su mala actuación. El guion pone al protagonista a narrar la historia a través de una entrevista de televisión, ingenua y aburrida, que está desconectada con la historia, y que simplemente existe como excusa Deus ex machina para que comience una narración, mal estructurada y peor contada. 

A nivel de dirección artística Diego es muy cuidadoso con su paleta de colores, y los filtros en la luz que te llevan a las épocas del reconocido cantante, además de recrear con locaciones, carros y vestuarios aquellas épocas de antaño.

El guion cabe destacar que es el mejor que ha llevado Risquez en su carrera cinematográfica, aunque aún con todo, le faltó pulitura. Los conflictos de su vida personal están bien llevados, sin embargo los de su carrera, no estuvieron tanto. Le faltó ampliar más su distanciamiento con Billo Frometa (Héctor Manrique) y afincar más su relación con su manager (Iván Tamayo) que debió haberse impuesto como uno de los antagonistas, cuando su carrera comienza a declinar; lo mismo con la historia del dealer Carlos Cruz, que pudo haber sido el antagonista con más fuerza de la película. Samantha Castillo que interpreta a una cantante famosa, (léase: La Lupe) tiene una interpretación formidable, rica en humor y una frescura que sólo la actriz logra, sin embargo dentro del arco dramático, es un personaje sobrante. Por el contrario el personaje de Mariaca Semprun como la antagónica suegra de Felipe, está escrito de forma que logra hacer su viaje completo en el arco dramático, pero que en muchos momentos la actriz no pareciera lograr las intenciones correctas.

Finalmente dentro de la película, me llamó particularmente la atención una escena onírica en donde una mesa flota sobre el mar y en el que el personaje pareciera tener un momento de clarividencia sobre algo fundamental y revelador para el público, pero que al final ni la tiene, ni la revela, que termina convirtiéndose en una escena sin sentido.


sábado, 20 de junio de 2015

El Pie de la Virgen





El Pie de la Virgen obra original de Andrés Eloy Blanco y dirigida actualmente por Orlando Arocha se presenta en sus últimas funciones en la Caja de Fósforos de Bellos Monte.

Un grupo de estudiantes, cada uno con su respectivo mote, se reúnen, filosofan, hablan de la tiranía de Topón y de qué podrían hacer frente a él. Cabeza azul, líder de la banda es enjaulado por el Tirano. Es rescatado por su novia de la jaula y le repite la profecía que escuchó de la estatua de la virgen: sólo su pie derrotará la serpiente de dos cabezas. La resolución es completamente inesperada pues el autor se lleva la metáfora tan literal que resulta confusa. La novia de cabeza azul se corta su pie, se cose el de la Virgen y cierra la obra con la derrota de Topón y el pie de ella encima.

Doña Ana pareciera representar la madre Patria, la mujer sometida de Topón que lleva luto por encima de una ropa colorida; ve con tristeza a sus hijos, sin saber qué hacer por ellos. Topón es una caricatura de Juan Vicente Gómez, cabeza azul representa al movimiento estudiantil de la generación del ’28, los malucos son la milicia al servicio del dictador.

Del montaje cabe destacar la contemporización de ciertos elementos en vestuario, escenografía y música. La obra abre como musical con la música de la Rapsodia de Queen (Mama mía) recurso que ha usado el director en varios de sus montajes. En Pterodáctilos (su anterior montaje) me pareció un recurso acertado, sin embargo aquí me produjo algo de ruido.

El vestuario contemporiza la pieza en casi todos los personajes y de manera magistral te da las claves para hacer la conexión con la generación del ’28 al trocar, de un acto a otro, los pupitres y pizarras, por los murales de la Central. La brutalidad e idiotez del dictador no requiere de ninguna contemporización, tampoco los pseudointelectuales que lo aplauden como focas y que en voz baja murmuran y se burlan.

A nivel actoral, además de Antonio Ruiz y Eulalia Siso que son los actores de larga trayectoria, destaco la actuación de Aitor Aguirre en especial en el momento en que es enjaulado y por un momento hace pensar a los subordinados de Topón.

A pesar de la excesiva abundancia de metáforas y otros recursos literarios que requieren de un complejo esfuerzo de entendimiento por parte del público, a grosso modo el mensaje de la obra llega, se entiende. Las conexiones entre el movimiento estudiantil actual, la brutalidad del dictador y la represión de los soldados al servicio del mismo, son palpables y se entienden. Por eso pienso que haberse presentado, previo a la Caja de Fósforos, en el Teatro Municipal para el festival fue un acto de valentía y coraje.

miércoles, 6 de mayo de 2015

La lección

SPOILER ALERT: SI NO HAS VISTO LA OBRA, NO LEAS ESTA CRÍTICA.
La lección, obra original de Eugenio Ionesco y ganadora del primer premio del Festival de Jóvenes Directores del Trasnocho Cultural. Dirigida por Leonardo Van Shermek y con las actuaciones de Héctor Castro, Rebeca Pierich y Varinia Arraiz.

La escenografía son unas telas llenas de pintura roja, (haciendo el símil de la sangre), una mesa llena donde se esparce la misma pintura, dos sillas y una jaula con un cuchillo dentro. Con esta escenografía, el público inteligente puede revelar el final desde que se sienta. La obra está correctamente actuada y bien dirigida en la mayor parte de la obra. No hay ningún actor que sobresale sobre el otro, sin embargo tampoco hay ninguno que esté mal. Podría decirse que hay un buen equilibrio entre los actores.

Cabe mencionar también el esfuerzo a nivel publicitario que ha tenido esta obra, muy atractiva con los videos multimedias que te lleva a recordar a las comedias chaplinescas.

La comedia de la primera mitad de la obra es sumamente hilarante, en lo que respecta a la primera lección sobre aritmética, donde la estudiante sabe sumar, mas no restar y sin embargo se sabe de memoria todas las multiplicaciones posibles.



De nuevo la obra te revela el final (esto ya es problema dramatúrgico) cuando la sirvienta anuncia que la filología (que es la segunda lección) “lleva a lo peor”. Lo que sigue aquí es una tensión muy fuerte donde la incomunicación (tema preferido por Ionesco), se incrementa más y más, hasta llegar al clímax esperado, donde el profesor asesina a su alumna y se deja ver unos ganchos de carnicero, revelando que no es primera vez que sucede. El momento más emocionante de la obra, es el final donde la criada le pone una esvástica para salir a la calle por si las moscas “después de todo, se trata de política”, revelando aquí la clave esencial de la obra; vivimos en un mundo donde la violencia es el pan nuestro de cada día.  

Luna de Miel, Lotra de Sal.

Lola y Berni están casados e intentan llevar su vida en pareja como mejor pueden, para salvar su matrimonio. Esta es la premisa de esta obra ecuatoriana que trajo el festival. Una obra que mezcla el texto con pantomimas, que con el vestuario, la utilería y la música, dan una especial atmosfera de un matrimonio de primera mitad del siglo XX.

Sin embargo la obra no termina de dar el punch, a mi juicio personal, el argumento es aburrido y los textos son acartonados, aunque no me queda claro de si esa era la intención del dramaturgo para mostrar lo rutinario y repetitivo del matrimonio en sí.


Al principio me recordó a la Cantante Calva, después la obra fue perdiendo su encanto al ir disminuyendo el ritmo de la obra hasta convertirse en un gran bostezo del público. 

jueves, 30 de abril de 2015

Más pequeños que el Guggenheim.

           

El Guggenheim es un museo de arte contemporáneo que queda en Bilbao-España (y tengo entendido que hay otro en Nueva York). Su arquitectura es contemporánea (¿De vanguardia?), y visto desde afuera pareciera tener la apariencia de un barco. Comparativamente con otros museos, como el Metropolitan, el Prado, el Lourve, podría decirse que es pequeño, aunque no disertaré más sobre este punto, pues temo escribir alguna imprudencia y/o imprecisión de temas que no domino en su totalidad.

         Esta obra que trajo el grupo mexicano “Los Guggenheim”, más allá de hacerle honor al nombre de su grupo, no trata, como podría pensarse, de arquitectura, ni artes plásticas, ni vanguardias pictóricas, sino sobre las frustraciones.  
Gorka y Sunay, un dramaturgo y un director, regresan a México después de su viaje a España en busca de un mejor futuro, sin un centavo en la cartera. Frustrados, estos dos recuerdan cuando estuvieron frente al museo en cuestión y se sintieron tan chiquitos ante tan imponente museo, que deciden finalmente regresarse a su país natal, no tan jóvenes ya y con ganas de seguir haciendo lo que mejor saben: Teatro.  

         Se ponen manos a la obra y contratan a dos “no-actores”, un simple vendedor llamado “Jamblet” y un albino, Al. En el fondo todos son unos outsiders, una comedia que nos hace reflexionar sobre la frustración y la amistad. Como buena comedia tiene un final alegre, cuando finalmente todos se aceptan a sí mismos y donde las frustraciones los llevan a seguir intentándolo hasta que alcanzan finalmente el éxito.

         En tono de comedia la obra se va desarrollando con rupturas a la cuarta pared entre cada uno de los personajes, con un ritmo bien llevado, los textos bien concatenados y con una escenografía tan sencilla como una mesa de madera, cuatro sillas y una lamparita que cuelga del techo.


         Una obra que a mí personalmente me tocó de manera especial, pues deja un final esperanzador en el arte dramático en el que creo fervientemente, y como la obra es meta ficcional, (pues ellos están representando la obra que el dramaturgo escribe al final de la pieza), la esperanza es doble pues también me dice que hay buenas obras que están haciéndose fuera de nuestras fronteras.  

martes, 21 de abril de 2015

¿Otelo?

El grupo teatral Gabriel Chamé, de Argentina, invitado especial del festival, llegó con Otelo. Cuando pienso en Otelo no puedo evitar pensar inmediatamente en la versión en la que Laurence Olivier se pintó la cara de negro para representarlo o más contemporáneamente a Laurence Fishburne (Sí, Morfeo en Matrix) y Kenneth Bragnnar en su propia versión.

Incluso no pude evitar pensar en la versión de Javier Moreno, que, aunque tenía sus desaciertos a nivel de dirección, tiene las magistrales actuaciones de William Cuao y Antonio Delli. La primera observación antes de ver esta versión de Otelo, es no haber visto en ninguna foto del montaje a un actor negro. Me dije, “qué montaje tan raro, no creo que vayan a maquillar a un blanco”.

Efectivamente es la primera observación que haces de la obra apenas comienza, 



“¡Una obra que tiene como principal tema el racismo (además de los celos), y no hay un negro en escena!”


Al principio pensé que los actores estaban un tanto sobreactuados, pero después caí en cuenta que se trataba de una parodia, lo cual me asombró bastante. La sinopsis que te da el festival no te lo da a entender así: “Othelo es actual y me cuestiona sobre: el amor, la lealtad, el racismo, la ambición, la violencia doméstica, envidia, celos, frialdad científica y/o creencia sanguínea. ¿Qué es para nosotros un negro, un mentiroso, y la venganza?”

Al principio estaba horrorizado por lo que estaban haciéndole al Otelo de Shakespeare, después recordé que Aquiles Nazoa, uno de los mejores dramaturgos de principios del siglo XX en Venezuela, se dedicó en su mayoría a la parodia, sin embargo recordé también que Aquiles cuidaba muy bien sus textos, todos en verso y de una riqueza literaria incomparable.

A pesar de este primer shock, pude entregarme al género y disfrutar de la pieza. Los cuatro clowns de la pieza mantienen en sus 2 horas de obra la atención del público haciéndolo reír en todo momento. Sólo en el momento en que Otelo se llena de celos y asesina a Desdemona es que hacen de la obra una tragedia. El resto es parodia. No hay intención de tomar en serio ninguno de los temas subyacentes de la obra, sino de hacer burla de ellos para buscar la risa fácil del público.

La escenografía son unas cajas que mueven de un lado a otro para crear los distintos escenarios de la obra. Me sorprendió que con cuatro actores pudieran hacer todos los personajes. Un actor para Yago, otro para Desdémona, otro para Otelo y el otro que hace al resto de los personajes, Cassio, Rodrigo, Emilia, Bianca y Ludovico.

Tuve la interrogante durante casi toda la pieza, “¿Y cómo van a resolver la escena en que Rodrigo mata a Cassio?”, Respuesta que dejó sorprendidos a todos, pues el actor en ese momento debía hacer los textos de ambos personajes cambiándose inmediatamente la utilería que llevaba encima por cada texto dicho, para finalizar con el llamado de Ludovico, proeza para cualquier actor cómico, pues mantuvo el ritmo de la comedia que llevaban intacta. (Pensando que ya la obra tiene 1 hora 40 en este punto.)   


Una parodia divertida, bien actuada (o payaseada) y te mantiene por dos horas entretenido. Personalmente no la volvería a ver, sin embargo no puedo dejar de admitir que me divertí viéndola, y como esa era su intención, puedo decir que logran su cometido.