miércoles, 6 de mayo de 2015

La lección

SPOILER ALERT: SI NO HAS VISTO LA OBRA, NO LEAS ESTA CRÍTICA.
La lección, obra original de Eugenio Ionesco y ganadora del primer premio del Festival de Jóvenes Directores del Trasnocho Cultural. Dirigida por Leonardo Van Shermek y con las actuaciones de Héctor Castro, Rebeca Pierich y Varinia Arraiz.

La escenografía son unas telas llenas de pintura roja, (haciendo el símil de la sangre), una mesa llena donde se esparce la misma pintura, dos sillas y una jaula con un cuchillo dentro. Con esta escenografía, el público inteligente puede revelar el final desde que se sienta. La obra está correctamente actuada y bien dirigida en la mayor parte de la obra. No hay ningún actor que sobresale sobre el otro, sin embargo tampoco hay ninguno que esté mal. Podría decirse que hay un buen equilibrio entre los actores.

Cabe mencionar también el esfuerzo a nivel publicitario que ha tenido esta obra, muy atractiva con los videos multimedias que te lleva a recordar a las comedias chaplinescas.

La comedia de la primera mitad de la obra es sumamente hilarante, en lo que respecta a la primera lección sobre aritmética, donde la estudiante sabe sumar, mas no restar y sin embargo se sabe de memoria todas las multiplicaciones posibles.



De nuevo la obra te revela el final (esto ya es problema dramatúrgico) cuando la sirvienta anuncia que la filología (que es la segunda lección) “lleva a lo peor”. Lo que sigue aquí es una tensión muy fuerte donde la incomunicación (tema preferido por Ionesco), se incrementa más y más, hasta llegar al clímax esperado, donde el profesor asesina a su alumna y se deja ver unos ganchos de carnicero, revelando que no es primera vez que sucede. El momento más emocionante de la obra, es el final donde la criada le pone una esvástica para salir a la calle por si las moscas “después de todo, se trata de política”, revelando aquí la clave esencial de la obra; vivimos en un mundo donde la violencia es el pan nuestro de cada día.  

Luna de Miel, Lotra de Sal.

Lola y Berni están casados e intentan llevar su vida en pareja como mejor pueden, para salvar su matrimonio. Esta es la premisa de esta obra ecuatoriana que trajo el festival. Una obra que mezcla el texto con pantomimas, que con el vestuario, la utilería y la música, dan una especial atmosfera de un matrimonio de primera mitad del siglo XX.

Sin embargo la obra no termina de dar el punch, a mi juicio personal, el argumento es aburrido y los textos son acartonados, aunque no me queda claro de si esa era la intención del dramaturgo para mostrar lo rutinario y repetitivo del matrimonio en sí.


Al principio me recordó a la Cantante Calva, después la obra fue perdiendo su encanto al ir disminuyendo el ritmo de la obra hasta convertirse en un gran bostezo del público.