miércoles, 20 de enero de 2010

Discusiones


Muchas veces tenemos la tendencia de ponernos a discutir, por mera impulsividad, simplemente para demostrar que tenemos razón. Analicemos esto más de cerca. ¿Qué es lo que realmente vamos a ganar con esto? ¿Realmente creemos que si ganamos la discusión, nuestro adversario va a cambiar de opinión? Las respuestas a estas preguntas son negativas porque nadie cambia de opinión obligado y lo único que habremos conseguido es herir a nuestro adversario.

Hay que recordar que todos tenemos un orgullo que puede ser herido, y nos sentimos criticados al pelear con la gente y no llegaremos a resolver ningún problema, más bien podemos agigantarlo.

Ahora bien, si queremos que los demás vean nuestro punto de vista, que nos escuchen, que nos tomen en serio cuando hablamos lo primero que debemos hacer es evitar la discusión, como en este chiste:

Paco: Oye Manolo, ¿Cómo haces para mantenerte así tan en forma?

Manolo: No discuto con nadie

Paco: Venga Manolo, que por eso no será

Manolo: Tienes razón, no es por eso

Dale Carnegie el sociólogo norteamericano nos da unos tips para evitar discutir con la gente. Éstos son:

-) Desconfíe de su primera impresión instintiva
-) Controle su carácter
-) Busque las áreas de acuerdo
-) Sea honesto
-) Prometa pensar y analizar con cuidado las ideas de sus oponentes
-) Agradezca sinceramente a sus oponentes por su interés
-) Posponga la acción de modo que ambos bandos tengan tiempo de repensar el problema

Así que recordemos cuando estemos a punto de gritarle a alguien, no hacerlo y más bien buscar una solución en conjunto. Jan Pieerce, un tenor de ópera dijo “Cuando dos personas gritan, no hay comunicación, sólo ruido y malas vibraciones”

lunes, 18 de enero de 2010

Detalles

Como ya se mencionó en ensayos anteriores, al hombre le gusta sentirse importante. Por eso si tomamos una actitud humilde ante los demás y elogiamos sinceramente los pequeños detalles que los distinguen, nos lo agradecerán en gran medida.

Al elogiar a estas personas, no debemos esperar algo a cambio más que la satisfacción de sentirnos bien con nosotros mismos. De esta manera, probablemente recibiremos algo a cambio. Pueden existir casos en que no. Recordemos, como ya he dicho en ensayos anteriores, que la adulación no nos lleva a ninguna parte.

Estos elogios debemos notarlos en cualquier momento y en cualquier sitio, hasta en el detalle más mínimo. Es por eso que nuestros cinco sentidos deben estar abiertos en todo momento.

Por ejemplo, una mujer agradece en descomunal tamaño que un hombre note que tiene un nuevo look en el cabello. Tan simple y llano como hacérselo notar, producirá un agradecimiento en ellas. Por el hecho tan simple de haberlo notado, le hemos alegrado el día y sin mucho esfuerzo.

Es natural que nosotros nos nutramos de otras personas al hablar con ellas sobre lo que saben. El poeta estadounidense Raph Waldo Emerson lo decía de esta manera “Todos los hombres que encuentro son superiores a mí en algún sentido; y en tal sentido puedo aprender de todos”.

En conclusión, en la manera que nosotros humildemente nos presentemos a los demás, la aplaudamos en sus detalles más mínimos, de esa manera nosotros aprenderemos de los demás y nos haremos mejores personas

martes, 12 de enero de 2010

Sí a la inclusión

Según el DRAE negocio es “aquello que es objeto o materia de una ocupación lucrativa o de interés”. Aunque parezca muy evidente la historia de los negocios ha sido más exclusiva que inclusiva. Es decir más exclusivista sin pensar en la cantidad de público consumidor de bajos recursos. Muchas empresas privadas, parecen olvidarse de atender las necesidades de la base de la pirámide.

Es evidente que es mucho más sencillo manejar veinte cuentas bancarias con mucho dinero, que manejar cien con poco. Esta forma de pensar trae consecuencias graves. En primera instancia se le está dando al estado más poder, ya que si las empresas privadas no le dan la atención debida a las clases populares, lo hará el estado. Si es populista con sesgos comunistoides como el caso venezolano, el estado hará circular por la calle más dinero. Si circula más papel inorgánico, aumenta la inflación. Si aumenta la inflación, los niveles de especulación suben. Si los niveles de especulación suben, el gobierno aumenta los impuestos. En general el pobre se hace más pobre, el desequilibrio socioeconómico aumenta al igual que la inseguridad en todas sus ramas públicas y privadas.

En estos casos es un “deber ser” de la empresa privada hacerle frente a esta amenaza. Está comprobado que el estado cuando se agiganta aumenta la burocracia y se vuelve torpe, deficiente e ineficaz. No podemos olvidar que la esencia del individuo se encuentra en la libertad. El hombre es libertad y mientras el estado tenga menos control sobre el ciudadano mayor será la libertad para el individuo y por su extensión para el pueblo entendiéndolo como una suma de individualidades.

Es por eso que debemos sacarnos de la cabeza aquello de que “lo público” debe encargarse del pueblo y el ente privado del vértice de la pirámide. Culpa es también de los sistemas proteccionistas estatales producto de un nacionalismo malsano que recordemos, produjo dos guerras mundiales y una civil en España. La administración del estado a través de los gobiernos, para proteger a unos pocos con sus corruptelas, crea y aumenta los impuestos de aduanas para que la importación se dificulte, obligando de esa manera al pueblo consumidor a comprar un producto nacional, probablemente deficiente. Mientras tanto el producto de buena calidad importado, sólo pueden adquirirlas las clases media y alta.

Entonces cabe preguntarnos ¿Es que acaso las clases bajas deben estar condenadas a comprar productos de mala calidad por el resto de su vida, sólo porque al gobierno le interesa proteger a algunos pocos? No suena bien. El estado, cuando impide la importación de productos no hace más que estancar la economía. ¿Cómo se supone que mejoremos la calidad de nuestros productos si no se nos permite competir en la economía de libre mercado? ¿Es posible acaso que si nosotros nos encerramos en nuestra casa, podamos crear un gallinero vertical, coser y cortar nuestras propias camisas y pantalones y cosechar las caraotas en nuestro conuco urbano, cuando bien podemos ir al mercado a comprarlo? No podemos inventar un mundo paralelo en nuestro patio posterior, es necesario salir de la casa para satisfacer nuestras necesidades.

Afortunadamente no todo está perdido. Los negocios inclusivos pueden y deben crecer. Por ejemplo, en Venezuela existe Cruzsalud, una empresa mediana que funciona a través de la medicina prepagada. Compite con Barrio Adentro y es una alternancia a los inoperantes hospitales y a las impagables clínicas privadas. Éste funciona como “debe ser”, porque a diferencia de Barrio Adentro, no vive exclusivamente del subsidio. Según fuentes consultadas “a finales de 2006, Cruzsalud contaba con 70 empleados, 70 médicos asociados en distintas especialidades y 15 instituciones relacionadas entre clínicas y laboratorios, que prestaban servicios a sus asociados”

Reforzando la economía inclusiva se irá disolviendo la economía informal, que es uno de los principales problemas que tiene Venezuela, ya que se evitan los impuestos y afectan también a la industria cinematográfica y musical, verbigracia (no olvidemos que lo que más venden los buhoneros son D.V.D y CD).

He aquí pues, la importancia y proyección de los negocios inclusivos que no debe tomársele a la ligera y que deben crecer en el país. Estamos pues ante una coyuntura política, social y económica de suma importancia y trascendencia histórica a la que debemos enfrentarnos con mucha valentía y esfuerzo. Sólo así sacaremos adelante al país y contribuiremos al bien común, que no es más que la suma de todos los “bien estar” de cada uno de la población. Finalmente concluyo con esta reflexión: La sociedad no es el fin, sino el medio para el mejoramiento material del individuo.

lunes, 11 de enero de 2010

La Camara

Ayer fue mi primera experiencia como actor frente a una cámara. La cámara que todo lo ve. No puedo contar mas que mi experiencia como actor, ya que tengo prohibido decir más. Puedo decir que me sentí bien, me divertí y no fue tan agotador como lo pintan. El equipo técnico fue de lo más amable y el director no es de aquellos gritones que pintan en las películas. En general todo salió muy bien. Profesionales que saben lo que hacen y son eficaces en sus proyectos. Sin queja alguna.

domingo, 10 de enero de 2010

Bohemios

Ayer fui a Sake Bar a acompañar a mi hermana a ver el toque de La Vida Bohème. Llegamos a las 10pm. Para ese momento la cantidad de gente estaba aceptable. Me conseguí con muchas personas de la Monteávila y de Skena, lo cual me agradó. No tomé más que una cuba libre por falta de plata. Al subir para ver el toque, empezó a formarse el tan conocido “cogeculo”. ¿Cómo es posible que, supongamos 300 personas quepan en un sitio de 100? El sitio se desbordaba, el calor era sofocante, el sudor de la gente, la adrenalina era un derroche de energía exorbitante. Un mar picado en luna llena me ahogaba. Tuve que nadar hasta la costa para agarrar un poco de aire. Para entrar de nuevo se me hizo imposible y tuve que escuchar el toque desde abajo, sin mencionar que justo al lado un grupo de emos tomó el control de la zona. Si no fuera porque Rafael es mi amigo y voy para apoyarlo, no iría realmente al Sake Bar. Mucha gente para el poco espacio que es.

jueves, 7 de enero de 2010

Interésese por los demás

Conversar es algo que nos agrada a todos. Es bien sabido que tenemos la necesidad de atraer a la gente. Para eso debe existir una reciprocidad. Es decir, debemos simpatizar a las personas para que ellas interesen en nosotros. Sabiendo esto, es imperante que cuando hablemos con nuestro prójimo, lo hagamos sobre los temas que le sean interesantes, aunque a nosotros no nos deleite tanto. Ya lo decía Theodore Roosevelt: “El camino real hasta el corazón es hablarle de las cosas que más preciadas le son”.
De ésta manera conseguiremos hasta lo inimaginable, no sólo en el campo personal, sino en el profesional también. Cuando queramos algo de alguien, no empecemos hablando de lo que queremos nosotros. Más bien intentemos hablar de lo que le interese a nuestro amigo y esperamos a que él saque el tema que nos interesa a nosotros.
Esto es muy importante en las relaciones públicas, humanas y para el desarrollo integral de un periodista. La mejor manera de empezar una entrevista es deshielar la relación. ¿Qué mejor forma de comenzar a ha hablarle de lo que más le gusta al otro? Claro para ello es necesario un trabajo de investigación antes de entrar de lleno en la materia. La mejor forma de “romper el hielo” es comenzar una conversa con el tema que más le gusta al otro. Eso es tan importante como el primero que da los “Buenos Días” al entrar a un recinto público o privado.
Nosotros tenemos la tendencia a comenzar a hablar de lo que sabemos de lo que acabamos de aprender en la Universidad o escuchar en la radio y la T.V. y eso es un error de táctica. Escuchar es muy importante y siempre es bueno demostrar que uno sabe menos que el otro. De esta manera seremos más humildes y a prenderemos más de los demás.

miércoles, 6 de enero de 2010

Del buen conversador


Es una verdad conocida que nosotros tenemos la necesidad fundamental de comunicarnos. Más allá de la diatriba de si la sociedad es algo natural dado por la providencia o un artificio creado por el hombre, es innegable que necesitamos ser escuchados. Pero mucho más importante a ser escuchados es convertirnos en buenos conversadores. Y la clave para realizar esto, no es más que la de ser un buen oidor. Éste no es el que se sienta a mirar a los ojos a la persona, y allí se queda, mientras su mente se encuentra en otro lado. Tampoco es el que está pensando en su próximo comentario para decirlo apenas el interlocutor tome un respiro y de esa manera interrumpe constantemente, sin que se haya terminado la idea.

Los buenos conversadores son los que saben llevar la interlocución, de manera que seamos nosotros quienes escuchamos y ellos quienes se sienten escuchados. De esa manera, la gente dirá que somos unos muy buenos conversadores cuando realmente no hemos dicho casi nada.

Por ejemplo, Miguel de Cervantes
en su entremés Los Habladores, toca este tema de una manera muy graciosa. En la obra, Sarmiento tiene un problema y es que su esposa Doña Beatriz no lo escucha porque habla demasiado. Un día, Sarmiento camina por la calle y se encuentra con Roldán, un hombre que tampoco lo escucha porque habla mucho más que su esposa. Después de una larga conversación con muchas interrupciones de Roldán, logra convencerlo de que se haga pasar por su primo para llevarlo a su casa para ver si su esposa se puede curar. Cuando llegan a la casa, Roldán y Doña Inés mantienen una conversación donde ambos se interrumpen constantemente. Llega un punto en la conversación en que ella (Doña Inés) se da cuenta de lo molesto que es ser interrumpido en una conversación, y finalmente se cura de este mal y empieza a escuchar a su esposo.

Por ello es que sepamos escuchar al prójimo. Esto mejorará nuestras relaciones sociales y de esa manera todos querrán hablar con nosotros porque somos buenos escuchas

El arte de persuadir

El hombre durante toda su vida tiene el deseo de conseguir algo, de querer hacer algo. Para conseguirlo, para lograrlo necesita relacionarse con las personas. La relación con el otro es el mejor de los aprendizajes. Por ello a todos nos interesa conocer los deseos de todos. Reconozco mis deseos sabiendo cuales son los de mi “otro”.

No solamente debemos conocernos a nosotros mismos, debemos conocer al “otro” y para ello debemos conocer sus deseos. Para influir sobre, sobre el prójimo, hay que hablar acerca de lo que ése quiere hacer y demostrarle interés en conseguir su meta.

Todo lo que hacemos en la vida es para conseguir algo de ella. Es el fin de la vida misma. Es el objetivo, la acción por la cual queremos seguir viviendo, existiendo. Pero no hay que escuchar sólo el deseo del otro. También podemos y debemos despertar en ellos otros deseos.

He ahí donde aparece la persuasión. Hablar sobre lo que el “otro” quiere es tratar de persuadirlo. ¿Cómo lograr tal objetivo?

Relaciones humanas: el secreto del éxito está en la capacidad de apreciar el punto de vista del prójimo y ver las cosas tanto desde ese punto de vista como del propio.

Ver desde el punto de vista de la otra persona y despertar en esa persona un deseo ferviente de algo no debe confundirse con manipular a esa persona de modo que haga algo en contra de sus propios intereses. Ambos partidos deben salir ganando en la negociación.

Cuando nosotros entendemos y comprendemos el punto de vista del prójimo, podremos persuadirlo de que haga algo que nosotros queramos. Nunca lograremos influir en una persona si develamos nuestros deseos por delante y encima de los deseos del dialogante. La mayor riqueza no está en el dinero y el materialismo, sino en las relaciones armoniosas y perdurables entre miembros de cualquier tipo de asociación.

Si tenemos un restaurante, y le decimos a la persona que tiene que ir para que presencie lo sofisticado que es nuestro chef vietnamita, hemos cometido un error de persuasión. En primer lugar le dimos una orden, (lo cual es molesto porque no somos su superior) en segunda instancia no pensamos qué quiere él, sino le dijimos lo que somos nosotros. De esa manera será muy difícil que se acerque al restaurante. Pero en cambio si le decimos que si va, gozará con nuevos sabores exóticos, se divertirá con los mesoneros, se deleitará con la música y el decorado, tendrá cordiales obsequios de la casa, la pasará bien y se olvidará por un momento de los problemas del país, entonces hemos despertado en él un deseo de ir y además, seguramente, dejará una buena propina y lo recomendará ¿No era eso lo que queríamos en un principio?

La habilidad para convencer no tiene nada que ver con el grado de instrucción que se tiene. No necesariamente debes tener un título universitario para tener habilidad de saber qué es lo que quieren los demás.

De los nombres propios


Cuando alguien dice que todos somos iguales, está cometiendo un error, o bien manipulando una verdad. Si bien es cierto que todos debemos ser iguales ante la ley, y que no debemos ser prejuiciados por elementos aleatorios como raza, etnia, color de piel, religión o condición sexual, no podemos negar que cada persona es diferente. Existe pues, una marca que nos identifica y nos distingue que nos hace únicos e irrepetibles. Uno de estos elementos que nos diferencian es el nombre propio. Es nuestra huella más visible y sonora.

Es muy agradable cuando alguien se recuerda de nuestro nombre. Es agradable sentir que alguien se acuerda de nosotros. Esto refleja que nos han tomado en cuenta. Al hombre le gusta que su nombre trascienda. Es por eso que muchos para ganar el favor de alguien, le ponen su nombre al proyecto que tengan y de esa manera esa persona siente que su nombre trascenderá.

Por ejemplo los grandes dramaturgos renacentistas y barrocos como Lope de Vega, Calderón, Shakespeare, Moliere, tenían la particularidad de dedicarle a sus respectivos reyes sus obras de teatro. Es por eso que todos hacían un prefacio de una pagina aproximadamente, donde agasajaban al rey con su nombre. Al hacer esto, los reyes sentían trascendentes y cubrían con todos los gastos. De la misma manera en nuestra actualidad Sofía Imber uso su epónimo para trascender y así conocemos el “Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber”, por lo menos, hasta que la revolución lo desplomó.

En nuestro trópico cercano, es muy sabroso ponerles apodos a nuestros amigos. Desde hipocorísticos (del griego hypokoristikós: acariciador) de los más sencillos como que una Maria Fernanda se convierte en “Mafe”, un Enrique se convierte en “Kike”, hasta sobrenombres más extraños como que un “Johan” puede convertirse en un “Cucu” o un “Carlos” en un “Polo” o de un José Alberto a un “Coco” .

Indudablemente dentro del compañerismo y entre amigos esto es de lo más normal y no tiene consecuencias mayores. Sin embargo, para un negocio o un proyecto en el que queremos que nuestros clientes y usuarios se sientan satisfechos, es necesario que recordemos su nombre completo.

Vemos así pues lo importante que es para una persona que recordemos su nombre con claridad por muy difícil que sea pronunciarlo o escribirlo. Debemos hacer memoria para recordarnos de todas las personas que conocemos porque no sabemos que vueltas da la vida y cuando y dónde nos la podemos encontrar. Finalizo con una frase del sociólogo norteamericano Dale Carnegie: “Recuerde que para toda persona, su nombre es el sonido más dulce e importante en cualquier idioma”

El valor de la amistad

Cuando nosotros mostramos verdadero interés por las personas, entonces deberíamos tener mejores amigos. Esto se logra a través del aprecio honesto hacia el prójimo. Cuando nos esforzamos por llamar la atención o estamos pendientes de que la gente se interese en nosotros, estamos siendo egoístas. Sólo pensando en nosotros ¿Por qué en vez de esperar a que la gente se interese por nosotros, no somos nosotros los primeros en interesarnos por los demás?

¿Cómo podemos lograr tal cosa? Muy sencillo, simplemente hay que dejar de pensar tanto en uno y empezar a preocuparse por el otro. Por el próximo, por el prójimo. Cuando somos agradecidos y humildes con los que nos rodean, entonces las amistades tendrán la misma retribución. Serán más y mejores. Habrá una mayor calidad en la amistad. Más honestidad, más verdad. Ya lo decía Alfred Adler: “El individuo que no se interesa por sus semejantes es quien tiene mayores dificultades en la vida y causa las mayores heridas a los demás”

Entender la dignidad del hombre es también una forma de empezar a interesarse por los demás. Cuando vemos a los demás como un objeto para alcanzar nuestros objetivos, entonces no tendremos amistades, sino servilismo.

Tomemos el ejemplo de la película de Orson Welles “El ciudadano Kane”, que está basada en la vida de William R. Hearst. En la película Charles Foster Kane, nunca llega a mantener una relación estable en su vida y no hay presencia de amigos. Es un ególatra, sólo piensa en él y utiliza a sus amigos para su propia conveniencia. El staff de periodistas que trabajan en sus periódicos son los mejores de su época, indudablemente, sin embargo ninguno muestra en la película amistad real, más que un vil y pragmático servilismo. Finalizando la película vemos a Kane sólo en su enorme mansión, llena de estatuas, pinturas, una desproporcionada chimenea, extensos jardines… pero ¿de qué sirve toda esa acumulación materialista, si no tenemos amigos con quien compartir? Finalmente se devela el misterio de lo que es Rosebud última palabra mencionada por él. Es un trineo que tuvo en la infancia, único momento en que, sospechamos, fue feliz.

En conclusión podemos decir que la amistad es dar. La amistad nos hace más humanos y más perfectos. Concluimos con esto que el hombre es un ser social y gregario por naturaleza.

No adule, aprecie

Todos los hombres tenemos sueños particulares. Sin embargo, existe uno universal y único: “El deseo de ser grande”, llamado así por Sigmund Freud. El hombre en su mayoría es un ser social, y necesita sentirse importante o apreciado

Ahora ¿Cuál es el secreto de ser grande? La respuesta es más sencilla de lo que nos imaginamos. Lo que nos lleva a ser grandes es la capacidad de relacionarnos con las personas.

Cuando somos sinceros con la gente y aprendemos a apreciarlas en los momentos adecuados, entonces la gente nos considerará como buenas personas y nos apreciarán. Cabe aclarar que no es lo mismo saber cuando decir las cosas buenas de una persona a adularla. La adulación es el decir excesivo e inmoderado de lo que puede agradar a otras personas, no siendo necesariamente virtudes y no diciéndolo por admiración honesta a la persona, sino para obtener un bien material o algún interés oculto.

La lisonjería es una forma egoísta y superficial de ganarnos falsamente a las personas y es al contrario de nuestros propósitos la forma de alejar a los que te rodean. La leyenda urbana venezolana, a diferencia de lo que muchos piensan, nos dice que la expresión venezolana “jalar bolas” proviene de los tiempos de Gómez, cuando los presos estaban encadenados a una bola de hierro. El prisionero para poder moverse tenía que arrastrarla (jalarla). Sin embargo siempre había alguno que ayudaba a un prisionero a cargar la bola. Ese era el jala bola. Término vulgar que define al adulador profesional.

El dramaturgo francés Moliere, en sus obras presenta personajes reacios (Harpagón, Orgón, Jourdain, Argán, etc.) que sólo escuchan a los zalameros por sus necedades. Estos jalabola, se aprovechan de la condición de este tipo de personas para sacarles todo el beneficio que puedan ya sea económico, político o social. Sin embargo a los ojos de las personas sensatas que se dan cuenta de la situación, son seres despreciables y de nada confiar.

En nuestro cercano ámbito político, nuestro presidente en su orgullo llanero y desmedida egolatría sólo escucha a sus serviles aduladores para obtener de él beneficios inmediatos y corruptos. Lo más alarmante es que a diferencia de los personajes de Moliere, Chávez si pareciera que se da cuenta de las semejantes adulaciones que se le hacen y, lo peor, lo incentiva, creando una nueva casta de usuarios: los aduladores de palacio.

Fuera de estas excepciones irracionales, las personas con sensatez les molestan las adulaciones. El aprecio debe ser pues, honrado y genuino, que realmente a uno le nazca la sinceridad de sus palabras, para poder ser tomado en serio.

No critique, sugiera

El hombre por naturaleza, es un ser orgulloso y vanidoso. Su falta de tacto puede causar molestias innecesarias, ya sea con sus amistades, familia, compañeros de trabajo o estudio. Esto se debe a que tiene la necesidad de modificar, corregir o mejorar a su semejante. Sin embargo, la forma en que lo hace, es a través de la crítica. Esta forma puede resultar errónea. En vez de cambiar la conducta, lo que lograremos es el resentimiento.

Hay que recordar que el hombre no es un ser ciento por ciento racional. Tiene sentimientos que lo hace vulnerable y debe tener mucho cuidado al usar las palabras. Criticar lo puede hacer cualquier persona, sin embargo, cuando nos censuran, nos molestamos y justificamos nuestras acciones, así sean injustas.

Por otro lado, si en vez de reprochar, sugerimos, aconsejamos, o simplemente “dejamos pasar”, esa persona se dará cuenta por sí misma de su error y no podrá echarle la culpa a más nadie. No podrá justificarse.

Tomemos el ejemplo de la obra del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, “El enemigo del Pueblo”. En la obra, el Dr. Stolkman tiene el conocimiento que el agua del balneario del pueblo está infectada y la gente que se bañe en el puede morir. Su hermano el alcalde, sabe que si cierra el balneario perderá mucho dinero ya que es la principal fuente de recursos del lugar.

El Dr. critica la posición de su hermano de no cerrar el balneario. El alcalde se siente lastimado por las ofensas de su hermano, aunque sabemos que tiene razón, por lo que realiza toda una campaña política para justificarse y convierte a su hermano en “El enemigo del pueblo”. Al final todo el pueblo odia al Dr. Stolkman y tiene que retirarse del pueblo a vivir a otro lado. Cabe destacar que todo se produjo por el resentimiento del alcalde.

¿Coincidencias con nuestra realidad? Criticar jamás será la mejor opción para modificar la opinión de la gente, sino que más bien la empeora.