El hombre por naturaleza, es un ser orgulloso y vanidoso. Su falta de tacto puede causar molestias innecesarias, ya sea con sus amistades, familia, compañeros de trabajo o estudio. Esto se debe a que tiene la necesidad de modificar, corregir o mejorar a su semejante. Sin embargo, la forma en que lo hace, es a través de la crítica. Esta forma puede resultar errónea. En vez de cambiar la conducta, lo que lograremos es el resentimiento.
Hay que recordar que el hombre no es un ser ciento por ciento racional. Tiene sentimientos que lo hace vulnerable y debe tener mucho cuidado al usar las palabras. Criticar lo puede hacer cualquier persona, sin embargo, cuando nos censuran, nos molestamos y justificamos nuestras acciones, así sean injustas.
Por otro lado, si en vez de reprochar, sugerimos, aconsejamos, o simplemente “dejamos pasar”, esa persona se dará cuenta por sí misma de su error y no podrá echarle la culpa a más nadie. No podrá justificarse.
Tomemos el ejemplo de la obra del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, “El enemigo del Pueblo”. En la obra, el Dr. Stolkman tiene el conocimiento que el agua del balneario del pueblo está infectada y la gente que se bañe en el puede morir. Su hermano el alcalde, sabe que si cierra el balneario perderá mucho dinero ya que es la principal fuente de recursos del lugar.
El Dr. critica la posición de su hermano de no cerrar el balneario. El alcalde se siente lastimado por las ofensas de su hermano, aunque sabemos que tiene razón, por lo que realiza toda una campaña política para justificarse y convierte a su hermano en “El enemigo del pueblo”. Al final todo el pueblo odia al Dr. Stolkman y tiene que retirarse del pueblo a vivir a otro lado. Cabe destacar que todo se produjo por el resentimiento del alcalde.
¿Coincidencias con nuestra realidad? Criticar jamás será la mejor opción para modificar la opinión de la gente, sino que más bien la empeora.
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