jueves, 13 de junio de 2013

El camino del escritor






El bien común mundial se construye con un comportamiento ético en nuestro trabajo, sea cual sea. Los escritores no deben escapar de esta realidad. El trabajo del escritor de ficción, es el de construir historias provenientes de la imaginación. Estas historias suelen emanar de una idea, que se transforma en premisa. En esta premisa, el autor revela su escala de valores que llevan a sus personajes a un fin trágico o feliz.

Para que la historia sea creíble no necesariamente debe ser verdadera, pero sí es fundamental que sea verosímil. Esta verosimilitud se consigue a través de un elemento de poder llamado persuasión. La persuasión es la capacidad que tiene un orador o escritor de convencer con la palabra de que lo que está diciendo es creíble, en esencia verosímil. Este poder que tienen los escritores conlleva una gran responsabilidad, porque son éstos quienes más tienen poder de convencimiento. Convencimiento que puede modificar comportamientos en nuestra sociedad.

Tal como afirma Aristóteles en su poética, el arte es la imitación de la naturaleza. La naturaleza no es, como pudiera pensarse de forma coloquial, necesaria ni estrictamente el medio ambiente correspondiente al ecosistema del planeta. Se refiere también a los  comportamientos del ser humano que están intrínsecos en su ser, ya sea por herencia biológica, medio familiar en el que se desenvuelve, medio político (desenvolvimiento en el plano exterior y/o colectivo), creencias religiosas, situación histórica presente y moral. Por tal, el escritor se nutre de estas diversidades de la naturaleza del hombre, para espejar a su sociedad, de forma naturalista, realista, simbólica, expresionista, existencial, absurda y demás escuelas existentes en este campo del arte. La moral tiene aquí una relevancia de suma importancia porque el escritor debe buscar sembrar en su público targetuna consciencia que lo ponga a pensar sobre la situación en la que está inmerso.  


En la antigua Grecia, quienes tenían este poder de convencimiento eran los sofistas, quienes a través de la palabra oral, podían convencer a sus semejantes de cualquier cosa. Este poder de convencimiento podía modificar leyes, pedir derecho en la asamblea, y un sin número de cosas, lo que nos da pistas sobre la condición natural del ser humano.

Decía Aristóteles que el ser un humano es un animal político por naturaleza. Esta afirmación hoy día puede parecernos falsa o no vigente, porque en la calle nos encontramos a muchas personas que alegan no interesarles la política ni saber nada de ella y esto se debe a que, como sociedad postmoderna, hemos perdido el sentido originario de política. La política proviene de la palabra polis, que se acerca más o menos a lo que hoy día es la ciudad y somos todos políticos en el sentido de que formamos parte de la ciudad y nos preocupamos por nuestro ambiente que existe fuera de nuestra esfera personal, que vendría siendo el núcleo familiar y en algunos casos el de nuestras amistades. Somos pues un ente por naturaleza social y sabemos que no estamos solos en este mundo. Debemos interactuar con otros seres humanos, no solamente por el contrato contractual político (que sí vendría a ser lo que llamamos modernamente “La política”), sino porque está en nosotros psicológica, antropológica y sociológicamente la necesidad de tener compañía con otros seres y de comunicarnos.

En conclusión, el escritor tiene necesidad de comunicar algo. Es fundamental que, sabiendo el poder de convencimiento que tiene, tenga la consciencia de que sus valores estén intrínsecos en eso que escribe para hacer de nuestra sociedad una mejor. Por mejor se entiende que apunte a un estado de bienestar moral y espiritualmente más elevado, porque en esencia la escritura es alimento para el alma y se debe llenar, buscando siempre una calidad de vida mejor para el público que lee o vea lo que estamos escribiendo.