lunes, 3 de julio de 2017

EL CAUDILLO QUE QUERÍA SU PROPIA NOVELA

La Catira del General es un maravilloso título porque evoca el desmadre de mujeres que acompañaban al caudillo en su isla privada. Sin embargo, no se trata de eso, ni de su consentida yegua, se trata del encargo de una novela a Camilo José Cela, premio nobel de literatura 1989. En principio, es una anécdota interesante, pero después se convierte en una obra sobre las tablas. Escrita con el singular acercamiento que Vidal tiene sobre los acontecimientos históricos (Diógenes y las Camisas Voladoras, Compadres), La Catira del General hace gala del lenguaje culto y sintaxis correcta evocando, quizás, momentos en donde el venezolano sabía expresarse con calidad lingüística. No sabemos con certeza que esa fuera la realidad, pero así quiere creerlo Javier poniendo en boca de sus personajes diálogos inteligentes, de mucho contenido y tono poético. Al principio, la obra tarda en proponernos el norte de la evolución de la historia, pero se sostiene porque los narradores extra-diegéticos hilan fino e impulsan la acción. Una vez planteado el propósito de los personajes, se allana cualquier dificultad narrativa y fluye armoniosa hasta el final. Los personajes están concebidos, a pesar de ser históricos, con la profundidad de la ficción dramática, que los hace más interesantes. De lo contrario, serían meras radiografías documentales que parecerían más una crónica que una obra de teatro. Y eso se agradece, pues el autor no se perdió en el encanto de la anécdota histórica, si no que la supera con el arte de la dramaturgia. 

Volviendo a los personajes, tengo que admitir, que su verbo es distintivo en cada uno y van desde la prosopopeya de Cela, pasando por lo escatológico de Pérez Jiménez hasta la candidez del “jefe de los electricistas”.  Indudablemente, el contrapunteo entre los personajes divierte y hasta arranca risotadas en el público. Pasa aún más con los cuatro actores. 

Voy a empezar por Pérez 

Jiménez, cuya interpretación recae sobre Juan Carlos Ogando. Tengo que decir que, sin conocer al caudillo, sí tenía una idea de su personalidad, dado los relatos de mi madre. Pues la interpretación de Ogando reafirmó la idea que se sostiene en mi memoria y eso me gustó. No sólo por el parecido físico, si no por la desfachatez del autoritarismo que ostenta y la ligereza con la que ve la vida. 

Camilo José Cela, interpretado por Sócrates Serrano, no menos importante que el personaje anterior, me impresionó gratamente. 
Como he visto otros trabajos de este actor, puedo decir, sin temor a equivocarme, que ha concebido un personaje tan rico que sobresale. La colocación de la voz, el caminar arrogante y la gestual de un soberbio, me hablan de un trabajo lleno de compromiso y pasión por la actuación. 



Laureanito Vallenilla-Lanz no le podía quedar mejor a Gonzalo Velutini. Su prestancia contribuyó una vez más a engalanar la puesta, pero en la escena final, cuando confronta al dictador, deja de ser un hombre políticamente correcto, para ser un correcto político. La fuerza sin gritos y la palabra bien dicha lo posicionan como la consciencia que salvó a un país en su momento. Esta revelación contra la autoridad es el momento de oro que Velutini no desaprovecha. 



El “General Electric”, como le dice el General, interpretado por Jan Vidal, es un personaje catalizador que equilibra tanta aristocracia en la obra. La actuación de Jan es ligera, muy acorde con la candidez del personaje. A veces pierde la proyección de la voz por el esfuerzo de no perder la cadencia vocal del personaje. 
Nada de morir, simple acotación a un producto de excelente calidad. 

La puesta en escena de Javier Vidal es limpia, pero adornada con bailes y juegos de dominó que no recargan ni distraen del verdadero propósito de la obra. Bien estudiada, como suelen ser sus puestas en escena, en esta oportunidad el discernimiento racional sobresale al sentimental. Tampoco se trata de un melodrama, pero llama la atención la exposición discursiva de los personajes plantados frente al público. El carácter multimedia divide la obra en escenas e ilustra muy bien la época. La dirección de arte es muy hermosa, aludiendo a la obra de Pedro Centeno Vallenilla, muy simbólica de los años cincuenta en Venezuela. La producción de Julie Restifo es acorde con el compromiso asumido, nada de lo anteriormente mencionado tendría sello de excelencia, si no fuera por su esfuerzo. Y para concluir, me gustó la reacción del público que, viendo un hecho histórico desde la perspectiva de la distancia, asume que hay una crítica obvia y necesaria al régimen en que vivimos actualmente.



Martin Hahn, 2017. 
Fotos: Lil Quintero. 
Daniel Dannery

Broadway en Caracas

¡Max Bialystock lo volvió a hacer! Es lo primero que pensé cuando terminé de ver este espectáculo, haciéndole un guiño a los Productores de Mel Brooks. Y es que ver un espectáculo de Federico Pacanins es verlos todos.

Leer el título Broadway en Caracas te da una idea bien clara de lo que vas a ver, o por lo menos sabes lo que te prometen, una revista musical. Según el DRAE Revista en su sexta acepción es “Espectáculo teatral de carácter frívolo, en el que alternan números dialogados y musicales”.  La Wikipedia nos da un concepto más amplio del Francés: Revue, es un subgénero dramático de la comedia que se desenvuelve en un tipo de espectáculo que combina música, baile y, muchas veces, también breves escenas teatrales o sketches humorísticos o satíricos.”[1]

Mirna Ríos, Gerardo Soto y Sandra Yajaure con sus afinadas y melodiosas voces interpretan canciones de Broadway. A mi particularmente me emocionó cuando Gerardo Soto interpretó Angel of Music, de uno de mis musicales favoritos de todos los tiempos El Fantasma de la Ópera. No puedo pasar por alto el hecho de tener un pianista en escena; la música en vivo siempre se agradece en un montaje.

Una obra de teatro puede tener una trama sencilla o compuesta, con una única unidad de acción o múltiples unidades y subtramas, puede ser una sucesión de sketches o un planteamiento aristotélico con inicio, desarrollo y desenlace, pero lo más importante es que debe estar bien escrita y ahí radica el problema. Un texto soso, sin gracia, con chistes viejos y repetitivos y para colmo didácticamente infantil, sin sal ni pimienta. Todos los elementos para poner a dormir al público, desear que se acabe ya, o en el mejor de los casos rogar porque venga el próximo número musical.

Como vengo diciendo desde hace tiempo, ahora todo el mundo se cree dramaturgo, todo el mundo cree que tiene la sensibilidad de Lupe Gerenberg, la pericia de Karin Valecillos, la audacia de Gustavo Ott o de Elio Palencia. Algunas canas sí son gratuitas. ¿Algo rescatable? La obra es por primera vez en la historia de los montajes del Sr. Pacanins, corta. No durará más de una hora y media ¡Gracias a la dialéctica! Y no es que yo tenga algo en contra de las obras largas. La novia del gigante de Luigui Sciamanna es una obra que yo volvería a ver, sin importar su larga duración, porque en ese caso el texto es excelente. 

En dirección también hay terribles desaciertos, la selección de los números musicales donde arbitrariamente del director unos son en inglés y otros en castellano, sin justificación alguna. En segundas, tener en el elenco a Mirna Ríos y no sacarle el suficiente provecho, dándole a penas 2 o 3 canciones, cuando bien pudo distribuir equitativamente entre los 3 actores el repertorio musical. Algo tan simple como poner al pianista a cantar, cuando no tiene voz para hacerlo. ¡Zapatero a sus zapatos! 


[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Revista_(g%C3%A9nero)

Soma Café: A cultural experience

One of the best restaurants in Caracas is called Soma Café, inside the Trasnocho Cultural at Las Mercedes’s shopping mall. Trasnocho is a cultural reference in the city. This city that has high rates of insecurity and all sort of problems, it also has this oasis where all your problems are gone as soon as you step in. 

The restaurant is surrounded by Trasnocho cinema and theater. The décor changes every month thanks to new paintings by young artists, reminding you it is a unique place all the time. You may usually meet the theater’s manager with an exquisite red wine on her hands when it is not so crowded. 


The menu is varied and the courses are not pricey, considering inflation. There is a lot to choose from it. You may choose from pasta, sandwiches, or the main courses deliciously serve on a nouvelle cuisine style. Are you vegetarian or on a diet? No problem, there are also fresh salads. My personal favorite is the mouth-watering pipping hot italian spaguetti with juicy tomato sauce, black olives, caper, pepper and one aromatic mint leaf. 


For dessert, you may choose from traditional cheese cakes to exquisite hot brownies, but my personal recommendation is the baked pineapple cake with a touch of cream cheese: a delight in flavors! If you are lucky, the Barista will tell you how to drink a truly strong hot Italian espresso with a slice of lemon peel and two or three sugars. 


It is not just a restaurant but an experience Caracas’s citizens should have. A restaurant that breath culture.  An investment for your body and soul. A space thought for your comfort and relaxation. Citizens will not find any other like it.