lunes, 26 de abril de 2010

A 200 años de nuestra independencia


Cuando estudiamos la historia, no lo hacemos para obtener una cultura general y hacer galantería de nuestros conocimientos. La historia tiene un sentido mucho mayor a ese, y es que la conocemos para saber de donde venimos y hacia donde vamos. Esto es muy importante porque en países como Venezuela, parimos futuro y renegamos constantemente de nuestra madre. Precisamente estudiamos la historia para recordar nuestros orígenes.

El 19 de abril de 1810 ha sido tan distorsionado que ha terminado convirtiéndose en un suceso histórico de militares e ideales revolucionarios. Los protagonistas de este movimiento el 19 de abril no son Francisco de Miranda, ni mucho menos Simón Bolívar. Para comprender en su totalidad la esencia del 19 de abril, tenemos que conocer los acontecimientos que se desarrollaron en la Europa de aquel entonces. Para ello debemos saber que en Francia triunfa la revolución, basada en las ideas de los filósofos ilustrados como Montesquieu y Voltaire.




































Ésta revolución y sus ideales son completamente destruídos y traicionados con la instauración del reino del terror que termina con el asentamiento de Napoleón Bonaparte como emperador de Francia, régimen nada ilustrado, totalmente despótico y autocrático y por ende antidemocrático.


En su conquista por el mundo, Napoleón invade España sacando del poder a Carlos IV e imponiendo a José Bonaparte (su hermano) como rey legítimo de España. Esto fue lo que realmente trajo descontento en la colonia. El problema aquí es que los integrantes(los que contaban claro) de la Capitanía General de Venezuela no juraron lealtad a Napoleón Bonaparte y menos se consideraban ciudadanos franceses sino súbditos de la corona española, que era la que simbolizaba el poder de Dios en la tierra. Es por eso que se crea la Junta Patriótica defensora de los Derechos de Fernando VIII, “El esperado” (hijo del depuesto Carlos IV).
Cuando la Junta le da el nombre de "patriótica" a su movimiento, no lo hacía porque se sentían ajenos a la corona española, todo lo contrario. Es patriótica porque el Cabildo se sentía español y no iba a aceptar que un invasor francés usurpara de manera ilegal el poder, porque recordemos, sacar al rey era desconocer a Dios y las Partidas de Alfonso X, “El sabio” que funcionaban como la Carta Magna del Imperio borbónico.

El movimiento del 19 de abril, nada tenía que ver con los valores del movimiento ilustrado francés o inglés. Para aquél tiempo seguía reinando el pensamiento de monarquía tradicionalista que había existido durante toda la colonia española. Dicho movimiento fue eminentemente civil y en respeto a las instituciones constituidas por la monarquía descabezada. Podría pensarse, no obstante y sin temor a especular, que entre los ilustres civiles blancos criollos y mantuanos existiese el germen de una ruptura con la metrópolis, ya que se da inmediatamente el proceso de una constituyente en manos de los propios defensores de Fernando VII.
En este cambio el actor de mayor crédito es, sin duda alguna,
Don Juan Germán Roscio, uno de los principales redactores del documento (nuestro Jefferson venezolano), del que lamentablemente, casi nadie se acuerda ni destaca en su justa dimensión. Sí había militares como José Félix Rivas,
representante de los pardos en la junta, pero en ese momento, actuó como un civil. De la misma manera cuando se le pide la renuncia a Vicente Emparan por haber aceptado ser regente de Napoleón, no actúa como el “Capitán General” sino como el “Gobernador de Caracas”, lo que al tener ambos cargos trajo bastante confusión para muchos en la posteridad.



El estamento militar viene a configurarse una vez retorna el rey a España y decide enfrentar a las colonias revoltosas. No habiendo tradición de guerra en la otrora Capitanía General, el Marques del Toro le pide a Francisco de Miranda, que tome las riendas de la contienda y configure el primer ejército nacional para enfrentar a las tropas del Imperio Borbónico. El Generalísimo Francisco de Miranda quien sí estuvo en la firma del acta de julio de 1811, era un militar de carrera en las guerras napoleónicas, quien estuvo al lado de la Zarina Catalina “La Grande” y llegó a entablar amistad con el propio Washington. De formación enciclopédica, políglota y masón, indudablemente un hombre probo, un verdadero ilustrado con las frescas ideas francesas e inglesas y un orgullo para la historia venezolana. Pero el movimiento, repito, el movimiento del 19A, no fue jamás militar.

En conclusión las historias de éstos militaristas sobre el Bicentenario son una distorsión de la historia, un completo desconocimiento de ella. Es una traición al mismo movimiento civilista y una impronta a la inteligencia. Podemos concluir que mucho de lo que nos vende el actual gobierno no es más que una vulgar propaganda política, para exaltar el gobierno de los militares que, con muy pocas excepciones, son enemigos de los civiles, de la democracia y de la libertad de culto y pensamiento.