El grupo teatral Gabriel Chamé,
de Argentina, invitado especial del festival, llegó con Otelo. Cuando pienso en
Otelo no puedo evitar pensar inmediatamente en la versión en la que Laurence
Olivier se pintó la cara de negro para representarlo o más contemporáneamente a
Laurence Fishburne (Sí, Morfeo en Matrix) y Kenneth Bragnnar en su propia
versión.
Incluso no pude evitar pensar en
la versión de Javier Moreno, que, aunque tenía sus desaciertos a nivel de
dirección, tiene las magistrales actuaciones de William Cuao y Antonio Delli.
La primera observación antes de ver esta versión de Otelo, es no haber visto en
ninguna foto del montaje a un actor negro. Me dije, “qué montaje tan raro, no
creo que vayan a maquillar a un blanco”.
“¡Una obra que tiene como
principal tema el racismo (además de los celos), y no hay un negro en escena!”
Al principio pensé que los
actores estaban un tanto sobreactuados, pero después caí en cuenta que se
trataba de una parodia, lo cual me asombró bastante. La sinopsis que te da el
festival no te lo da a entender así: “Othelo es actual y me cuestiona sobre: el
amor, la lealtad, el racismo, la ambición, la violencia doméstica, envidia,
celos, frialdad científica y/o creencia sanguínea. ¿Qué es para nosotros un
negro, un mentiroso, y la venganza?”
Al principio estaba horrorizado
por lo que estaban haciéndole al Otelo de Shakespeare, después recordé que
Aquiles Nazoa, uno de los mejores dramaturgos de principios del siglo XX en Venezuela,
se dedicó en su mayoría a la parodia, sin embargo recordé también que Aquiles
cuidaba muy bien sus textos, todos en verso y de una riqueza literaria
incomparable.
A pesar de este primer shock,
pude entregarme al género y disfrutar de la pieza. Los cuatro clowns de la pieza mantienen en sus 2
horas de obra la atención del público haciéndolo reír en todo momento. Sólo en
el momento en que Otelo se llena de celos y asesina a Desdemona es que hacen de
la obra una tragedia. El resto es parodia. No hay intención de tomar en serio
ninguno de los temas subyacentes de la obra, sino de hacer burla de ellos para
buscar la risa fácil del público.
La escenografía son unas cajas
que mueven de un lado a otro para crear los distintos escenarios de la obra. Me
sorprendió que con cuatro actores pudieran hacer todos los personajes. Un actor
para Yago, otro para Desdémona, otro para Otelo y el otro que hace al resto de
los personajes, Cassio, Rodrigo, Emilia, Bianca y Ludovico.
Tuve la interrogante durante casi
toda la pieza, “¿Y cómo van a resolver la escena en que Rodrigo mata a Cassio?”,
Respuesta que dejó sorprendidos a todos, pues el actor en ese momento debía
hacer los textos de ambos personajes cambiándose inmediatamente la utilería que
llevaba encima por cada texto dicho, para finalizar con el llamado de Ludovico,
proeza para cualquier actor cómico, pues mantuvo el ritmo de la comedia que
llevaban intacta. (Pensando que ya la obra tiene 1 hora 40 en este punto.)
Una parodia divertida,
bien actuada (o payaseada) y te mantiene por dos horas entretenido.
Personalmente no la volvería a ver, sin embargo no puedo dejar de admitir que
me divertí viéndola, y como esa era su intención, puedo decir que logran su
cometido.
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