A nadie le gusta que le impongan una idea. A nadie. Todos preferimos descubrir nuestra verdad por nosotros mismos. Si esto es así: ¿Por qué seguimos entonces tratando de hacerle ver a los demás que nosotros estamos en lo correcto?
Por qué no le hacemos creer a nuestros compañeros que la idea que estamos proponiendo, es realmente suya. Al final qué es lo que queremos realmente, ser reconocidos por nuestras ideas o llevarlas a cabo. No olvidemos que nadie le gusta sentirse que lo están obligando a pensar de una manera u otra.
En el segundo capítulo de El Principito de Antoine de Saint-Exupéry un extraño hombre se le acerca al principito y le pide que le dibuje un cordero. El principito con mucha amabilidad accede a dibujárselo, pero a aquel hombre no le convence el modelo. El principito que tiene mucha paciencia le dibuja tres modelos más que tampoco le gustan. Al final, el principito decide dibujarle el cordero dentro de una caja y le dice que ese se encuentra allí dentro.
De esta manera nuestro héroe logró realizar una táctica de persuasión muy efectiva. Logró que aquel hombre se llevara el dibujo, exactamente con el modelo que él tenía en la mente, pues como estaba dentro de una caja, sólo aquella persona podía imaginárselo como quería. Así, el hombre pensó que el cordero dentro de la caja era su idea y no la de El Principito.
Debemos tener en cuenta pues que si queremos que nuestras ideas se lleven a cabo, debemos estar preparados para dejar el orgullo de un lado y dejar que nuestro cliente o amigo, sea quien se lleve el mérito de tal idea.
El filósofo chino Lao Tse escribió hace mucho tiempo atrás: “La razón por la cual los ríos y los mares reciben homenaje de cien torrentes de la montaña es que se mantienen por debajo de ellos. Así son capaces de reinar sobre todos los torrentes de la montaña. De igual modo, el sabio que desea estar por encima de los hombres se coloca debajo de ellos; el que quiere estar delante de ellos, se coloca detrás. De tal manera, aunque su lugar sea por encima de los hombres, éstos no sienten su peso; aunque su lugar sea delante de ellos, no lo toman como insulto”
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