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lunes, 15 de febrero de 2010
Más miel y menos hiel
Cuando tenemos un problema, cuando las cosas no nos salen bien, solemos gritar, discutir con mucha energía y hasta podemos llegar a extremos de insultar.
Probablemente quien está discutiendo con nosotros, va a responder de la misma manera, produciendo así una incomunicación. Si tenemos un problema ¿lo lógico no es que queramos resolverlo y no empeorarlo? Es precisamente por eso que no podemos comenzar con agresividad, con intenciones de pelear, porque jamás llegaremos a una solución.
En vez de eso, debemos tranquilizarnos, respirar hondo, y comenzar la conversación con calma. Abraham Lincon dijo en una ocasión: “Un poco de miel atrapa más moscas que un galón de hiel”.
Por ejemplo, si en una panadería nos venden un pote de leche que ya estaba caducado, la compramos y llegamos un par de días después, insultando al panadero, diciéndole que es un tal o un cuál, que es un irresponsable y un tramposo y otras cosas más, el panadero probablemente reaccionará de una forma violenta y nos gritará y nos iremos muy molestos, sin haber obtenido más que insultos y ruidos. Por el contrario, si llegásemos más bien en forma humilde, como su amigo, diciéndole que debería tener más cuidado, que eso podría afectar a su negocio, dándole una mala imagen, pero sin gritos y sin insultos, entonces el panadero considerará y hasta posiblemente una compensación nos dará.
En el teatro Trasnocho se está representando actualmente la obra “Dios salvaje” de
Yasmina Reza. Dos parejas que se reúnen en una casa para discutir porqué uno de sus hijos golpeó al otro con un palo rompiéndole un par de dientes. Lo que en un principio parece ser una simple conversación tolerante e intrascendente que se resolverá como personas civilizadas, adultas y maduras, termina siendo una interminable discusión sin ningún tipo de autocontrol por parte de ninguno de los personajes emergiendo lo más cruel y horroroso del ser humano. Insulto tras insulto, la intolerancia total sin ninguna intención de llegar a un acuerdo, ni a un consenso termina por destruir a los cuatro personajes.
Lleguemos pues a un buen acuerdo, y recordemos que nuestro objetivo es llegar a la concordia y al consenso. No peleemos y recordemos siempre éstas palabras de Dale Carnegie “(…) Si UD. quiere ganar a alguien a su causa, debe convencerlo primero de que usted es un amigo sincero. Ahí está el poco de miel (del que hablaba Abraham Lincon) que atrapa su corazón; el cual, dígase lo que se quiera, es el camino real hacia su razón”.
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2 comentarios:
muy muy interesante *O* me gusto este articulo =D
Interesante, gracias por compartirlo, saludos
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