sábado, 13 de febrero de 2010

Echándole coco a la filosofía

¿Por qué es el hombre diferente del resto de los animales y plantas? Esa es una de los grandes temas que les ha interesado a los filósofos desde tiempos antiguos. El hombre y su relación con la naturaleza. Solemos decir, a veces muy a la ligera, que el hombre pertenece a la naturaleza, porque duerme, come, se reproduce y tiene instintos, tal como lo hacen los animales, y es correcto. Sí pertenecemos a la naturaleza.
Pero el hombre tiene algo más, que nos hace únicos y diferentes de éstos animales y plantas y es que pensamos, estamos consientes de ello, tenemos la capacidad de elegir y además tenemos pasiones, cosa que los animales no.

Es entonces cuando el hombre comienza a preguntarse si hay algo más allá de la naturaleza. ¿Vivimos realmente acordes a la naturaleza? Un antiguo griego o romano hubiese dicho que sí y al cien por ciento. ¿Somos cien por ciento naturales?

¿Significa que el hombre debe vivir bajo unas leyes creadas por la naturaleza, como decía el estoico Séneca?
Pero es que ¿Acaso sabemos qué es lo que la naturaleza nos manda? ¿Es acaso posible que tal cosa como la naturaleza pueda mandar sobre el hombre? No, no, no y mil veces no. No estoy hablando de los fenómenos naturales. Tampoco hablo de las limitaciones físicas del hombre. Yo hablo de la sociedad en sí. No puede existir tal cosa como una sociedad perfecta, eso sólo es un argumento etnocentrista para imponer un modelo de sociedad al resto del mundo, como lo hace Estados Unidos,
por ejemplo. También hay filósofos como Karl Marx
que pretendían que la sociedad perfecta llegaría cuando el proletariado tomara por las armas el poder creando una dictadura y eliminando así a la burguesía, entonces la sociedad seria perfecta. Ya sabemos en qué terminó los gobiernos de Mao Tse Tung, Stalin o Fidel Castro, por poner a los más fieles del comunismo. No existe tal cosa como la sociedad perfecta y tampoco tiene mucho sentido buscar tales modelos.










El estado, como decía John Locke, es un contrato.

Por eso, y aunque suene muy obvio, las leyes del hombre, son creadas por la sociedad (Es que hay mucha gente que no entiende eso y dice que es al contrario, por eso hay que decirlo)Es por eso que la misma sociedad debe ser muy cautelosa y no permitir que ese hombre escriba leyes injustas, o mande de forma autoritaria y totalitaria como lo hicieron en su momento Hitler o Franco o Stalin como ya mencione anteriormente. Esa sociedad es parte de lo que podemos llamar las diferentes culturas. En ese sentido hay tantas culturas como sociedades puedan existir. Por lógica simple, si la sociedad es creada por el hombre, la cultura también lo es. Cultura viene del latín Agricultura, cultivo, creación. Cultura es toda creación del hombre.

Teniendo claro esto, podemos concluir que si viviésemos acordes a la naturaleza no nos vestiríamos, ni existiera la moda, no conviviéramos con costumbres establecidas, comeríamos sin cubiertos y tenedores (En el caso de la cultura occidental), porque no existiría la sociedad, ni cultura. Desde que el hombre primitivo usó su inteligencia para agarrar un hueso y así defenderse de los otros animales, no sólo creó una nueva técnica para su defensa propia, sino que creó arte y cultura, que junto con el trabajo que fue desarrollando con el ensayo y el error, fue sofisticándose cada vez más y haciéndose cada vez más diferentes de la naturaleza. Ya lo decía Nietzsche
a los estoicos: < ¿Ustedes quieren vivir con “arreglo a la naturaleza”? ¡Oh nobles estoicos, qué engaño el suyo! Imaginen una organización tal como la Naturaleza, pródiga sin medida, indiferente sin medida, sin intenciones y sin miramientos, sin piedad y sin justicia, al mismo tiempo fecunda, árida e incierta; imaginen la indiferencia misma erigida en poder: ¿Cómo podrían vivir conforme a esa indiferencia? Vivir ¿No es precisamente la aspiración a ser diferente de la naturaleza? Ahora bien, admitiendo que su imperativo “vivir conforme a la naturaleza” significara en el fondo lo mismo lo mismo que “vivir conforme a la vida”, ¿No podrías vivir así?, ¿Por qué hacer un principio de lo que ustedes mismos son, de lo que no tienen más remedio que ser? De hecho es todo lo contrario: Al pretender leer con avidez el canon de su ley en la Naturaleza aspiran a otra cosa, asombrosos comediantes que se engañan a ustedes mismos. Su fiereza quiere imponerse a la naturaleza, hacer penetrar en ella su moral, su ideal>. Entonces cabe preguntarnos ¿Vale la pena pensar en vivir en lo que la sociedad o ciertos filósofos dicen que es lo “natural”? Bueno, la verdad es que yo no soy quien para decirle a tal o cual persona que no lo haga, porque el hombre es libre y cada quien elije vivir como mejor le parezca. Sin embargo, siento la necesidad de expresar mi opinión y para mí los que dicen que la verdad es una sola o bien es porque se engañan o es porque quieren poner su ideal al resto del mundo. Por ejemplo para la cultura latinoamericana, darle de beber vino a un niño es malo porque eso esta fuera de los parámetros de la sociedad latinoamericana, pero en Europa, una sociedad que le hace culto al vino, es totalmente normal que un niño tome vino, claro que dentro de la moderación. No estoy llamando a la embriaguez ni nada por el estilo. Cabe preguntarnos entonces ¿Es que acaso la sociedad occidental es mejor que la oriental? ¿Es que acaso el ser humano se divide en razas y hay unas superiores y otras inferiores? Sólo un cínico como Hitler
pudo pensar así en su tiempo. Las culturas son todas relativas y por lo tanto todas son válidas; el relativismo es, después de todo, la base del pluralismo. Lo difícil es que la vida esta llena de ideas controversiales donde decir “esta bien” o “esta mal” no basta. Sólo cuando un individuo piensa que su cultura es mejor y quiere imponerla a la fuerza es cuando la pluralidad se corrompe. Es indudable que el hombre tiene apetitos sensitivos como la necesidad natural de comer o como diría Fernando Savater “(…) también es naturalísimo el instinto sexual, pero no el tabú del incesto, el matrimonio, el amor romántico o los veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda” Sería muy egocéntrico y pretencioso creer que la naturaleza haya sido creada para el hombre.

El hombre está en un nivel muy superior a la naturaleza, sin embargo ningún hombre está por encima de otro. Y es por eso que, a diferencia de los animales y plantas nosotros, tenemos libertad y la reconocemos. Es por eso que podemos, comer con cubiertos, crear sistemas políticos, creer en seres superiores y hasta escoger nuestras tendencias sexuales. Aunque para algunas corrientes más pesimistas como la de Jean Paul Sartre,
tener libertad y reconocerla es una condena, por aquello de las nauseas que nos produce tal responsabilidad.

La libertad tiene varias acepciones o dimensiones. Una es la libertad de actuar donde ningún impedimento físico o psíquico nos lo impida.

Por ejemplo: Yo tengo la libertad de moverme con mis pies, pero cuando sufro de alguna lesión, mi libertad de caminar se limita, cuando me encarcelan, mi libertad de actuar también se limita. Lo mismo pasa con la segunda dimensión que es la social o política; si yo soy rechazado por la sociedad, o cierran canales de comunicación como este gobierno lo ejecuta descaradamente mi libertad también se verá limitada, por esos factores externos. La tercera dimensión un poco más complicada de ver pero es la fundamental.

Ésta si es ilimitada. Es la que nadie te puede quitar: son los sueños, los anhelos que uno tenga, incluso el pensar así sea para tus adentros. No importa si tienes una pierna lesionada o estas encerrado en la cárcel, o cierren todos los medios de comunicación, tu libertad de querer realizar un viaje, de realizar un proyecto, de soñar, de pensar diferente al gobierno, no te lo puede quitar nadie. La última dimensión es mucho más difícil y complicada que la anterior, es la de querer hacer lo correcto, aunque no podamos. Es cuando el “querer ser” se enfrenta a “lo que soy”. Cuando estamos en peligro, lo primero que se nos viene a la mente es correr, aunque en el fondo queremos ser valientes y enfrentarnos nos da miedo y preferimos no arriesgarnos, por otro lado hubiésemos querido ayudar y mucho menos queremos ser considerados cobardes, lo que hace complicada esta dimensión. Aunque para
Arthur Schopenhauer esta última dimensión de la libertad no existe, ya que realmente somos lo que queremos ser y no otra cosa. Es decir para Shopenhauer si yo soy "malo", es porque yo así lo quiero

El hombre, por el simple hecho de que es un ser superior tiene el derecho a ser respetado como tal. Éste respeto se llama dignidad y se puede dividir en natural o moral. La dignidad natural es la que tenemos todos Fernando Savater
lo conceptualiza como “la inviolabilidad de cada persona, el reconocimiento de que no puede ser utilizada como mero instrumento para la realización de fines generales (…) es el reconocimiento de la autonomía de cada cual para trazar sus propios planes de vida (…) sin otro límite que el derecho semejante de los otros de la misma autonomía” La dignidad moral es definida por Savater como “el reconocimiento de que cada cual debe ser tratado socialmente de acuerdo con su conducta, mérito o desmérito personales, y no según aquellos factores aleatorios que no son esenciales a su humanidad: raza, etnia, sexo, clase social, etc.” Por ejemplo, la homofobia de la iglesia, les da paso para que violen la dignidad moral del homosexual acusándolo de lo que ellos llaman “desviaciones antinaturales”.



Henrik Ibsen en sus obras presenta la lucha del ser humano por tener el libre albedrío. En su obra Casa de Muñecas, vemos un ser despreciable, machista y controlador llamado Torbaldo que está casado con Nora y que pisotea su dignidad moral reprendiéndola y recriminándola psicológicamente. Al final triunfa la justicia y su libre albedrío y Nora se va de la casa y lo deja sólo con sus hijos, es decir, recupera su dignidad y su felicidad. Quizás no haya sido un acto muy moralista que digamos, pero una vida sin felicidad no es una vida plena así haya tenido que dejar a sus hijos que tanto ama. Amor, ¿Y eso es un tema que a los filósofos les interesa? Indudablemente que sí.


Al principio de este ensayo dije que entre los elementos que diferencian a los hombres de los animales están las pasiones. El amor es una de ellas. Por eso es que decimos coloquialmente que uno ama con pasión. Cuando existe el amor es porque hay un vínculo afectivo entre una persona y otra. Pero hay algo más que un vínculo afectivo. Si el amor sólo fuese eso, no habría diferencia entre amistad, admiración, y amor por ejemplo. Y es que el amor es irracional, no se puede explicar en palabras. Cuando existe amor, la vida del otro está por encima de la tuya y eso es algo que la razón no puede explicar. El amor es sufrimiento y también es felicidad.

Entonces cual es la diferencia entre la felicidad y sufrimiento. ¿Es el sufrimiento parte de la felicidad?














Indudablemente. No es porque el sufrimiento en si mismo sea bueno, sino porque para saber qué es la felicidad, tenemos que saber diferenciarlo del sufrimiento. Volvamos al ejemplo de Nora. Evidentemente Nora no se sentía feliz estando casada con Torbaldo, esto la hacía sufrir, pero es este sufrimiento la que le hizo entender a Nora que no era feliz, que algo le faltaba, que había un vacío en ella. Entonces cabe preguntarnos ¿Podemos saber qué es la felicidad si no sabemos diferenciarla del sufrimiento? ¿Podríamos llevar una vida superficial donde evitamos sufrir y realmente saber si estamos siendo felices? Puede ser que sí, pero yo creo que no. La felicidad es fundamental para la vida del hombre, de hecho es uno de los tres preceptos de la revolución norteamericana “Libertad, Igualdad y Felicidad”

Es por eso que sin sufrimiento no puede haber felicidad. ¿Qué es la felicidad? Es lo contrario al sufrimiento. ¿De qué se compone la felicidad? Pues de pequeñas alegrías y placeres, por lo menos hasta que morimos. No podemos olvidar que tenemos un tiempo límite de vida que, por una u otra razón desconocida se acaba.

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