martes, 1 de junio de 2010

Marx se manifiesta


Cuando Karl Marx escribe el manifiesto comunista, lo hace pensando en los excesos y abusos de la revolución industrial. Marx vio a un burgués explotador que deshumaniza a los trabajadores, míseramente pagados, con excesivas horas de jornada laboral, sin importarle que se explotaran a niños y mujeres dentro de las industrias. Por eso escribe un manifiesto para defender a esa clase (proletariado) que tan pocas oportunidades tenía.


Sin embargo, todo esto no justifica los radicales métodos que sugiere en su manifiesto. Su determinismo histórico (influencia de Hegel) se basa en que siempre han existido dos clases en constante pugna, entre patricios y plebeyos en la Edad Antigua, el señor feudal y sus siervos en la Edad Media, y en su actualidad: burgueses y proletarios. Para Marx el motor de la historia es la lucha de esas clases: ¡No hay otra!


Esto lo que quiere decir es que no puede existir en ningún momento de la historia porque así está determinado, reconciliación o negociación entre el burgués y el proletario, sólo lucha, sólo guerra.
En su manifiesto Marx dice “Al esbozar las fases más generales del desarrollo del proletariado, hemos seguido el curso de la guerra civil más o menos oculta que se desarrolla en el seno de la sociedad existente, hasta el momento en que se transforma en una revolución abierta, y el proletariado, derrocando por la violencia a la burguesía, implanta su dominación”.

Luego ¿Cómo se hace para que este proletariado imponga su dominación? En primera instancia debe crear un hombre nuevo libre de conceptos como la propiedad privada (que es la burguesa) o la familia (también burguesa); amén del opio del pueblo como denomina a la religión.

Así debe implantarse una revolución para que el proletariado llegue al poder y después una dictadura. Ésta debe tener más o menos las siguientes características:

“1) Expropiación de la propiedad territorial y empleo de la renta de la tierra para los gastos del estado.
2) Fuerte impuesto progresivo.
3) Abolición del derecho a la herencia.
4) Confiscación de la propiedad de todos los emigrados y sediciosos.
5) Centralización del crédito en manos del estado por medio de un Banco Nacional con capital del Estado y monopolio exclusivo.
6) Centralización en manos del Estado de todos los medios de transporte.
7) Multiplicación de las empresas fabriles pertenecientes al Estado y de los instrumentos de producción, roturación de los terrenos incultos y mejoramiento de las tierras, según un plan general.
8) Obligación de trabajar para todos; organización de ejércitos industriales, particularmente para la agricultura.
9) Combinación de la agricultura y la industria; medidas encaminadas a hacer desaparecer gradualmente la oposición entre la ciudad y el campo.
10) Educación pública y gratuita para todos los niños; abolición del trabajo de éstos en las fábricas tal y como se practica hoy; régimen de educación combinado con la riqueza material”.

Cuando todos estos objetivos sean logrados en esa dictadura, entonces el estado desaparecerá en una concepción ácrata del sistema político, porque la sociedad será perfecta y feliz. Es decir, extrañamente desaparecerá la dialéctica al llegar la síntesis de la perfección: el comunismo. Tenemos pues a un Cándido que camina por el mundo soñando con Utopías y mundos perfectos.


Resumiendo, Karl Marx vio que la imperfección del mundo se debía a que existe una clase opresora y sus tesis se basan en que si ésta es eliminada, todos los males del mundo desaparecerán. Es por tanto el comunismo una Utopía más de las que fantaseaba Tomás Moro y se reía Voltaire.
El hombre como persona es evidente que puede apuntar personalmente a su perfección, sin embargo el mundo no puede perfeccionarse negándose a su “otro” o convirtiendo a su antagonista ideológico en su enemigo estratégico. Es imposible. Es inhumano.

Reconocemos las buenas intenciones de éstos “Cándidos” pero no es posible vagar por el mundo con una Utopía en la mente que no es acorde con la realidad. Los sueños se convierten en las pesadillas y estas, como en los grabados de Goya, en monstruos. Menos aún imponer una única forma de pensar al hombre. Ya Locke había dicho, el estado no puede estar metiéndose dentro de la vida interna del individuo. El individuo es soberano de sus actos y de su libre albedrío.

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