lunes, 9 de enero de 2012

El Facundo de Sarmiento


Para hablar de la novela de Facundo, subtitulada Civilización y Barbarie, debemos ubicarnos primero en su contexto en el cual fue escrito. Su autor, Faustino Sarmiento, lo escribe en su segundo exilio a Chile en el año 1845, últimos años del gobierno de Juan Manuel Rosas, caudillo tirano de Argentina. La razón de su exilio es evidente. Sarmiento es un escritor que está en contra de Rosas y por lo tanto toda voz opositora es callada.

La estructura escritural del Facundo no es narrativa, entendiendo como tal al “Género literario constituido por la novela, la novela corta y el cuento” (DRAE). Este libro tiene una forma un tanto heterodoxa y original porque va cambiando de género en cada capítulo.

La introducción tiende a las formas de ensayo con sus respectivas preguntas dejadas al aire para que el lector reflexione al respecto. En su primer capítulo cambia el estilo a uno mucho más cientificista, una especie de texto didáctico con alto rango universitario en el cual se describe la geografía argentina en sus ramas topográficas y poblacionales.

El segundo capítulo parece ser un tratado sociológico y antropológico del argentino donde lo organiza por los oficios típicos (Rastreador, Baqueano) da ejemplos de poetas de la época (Echeverría, Domínguez), la importancia del cantor, formas de hacer la guerra y por supuesto el Gaucho.

En el tercer capítulo continúa con estas formas sólo que adentrándose en el gaucho y el caudillo que de él emana, ya que Facundo y Rosas son ambos gauchos y caudillos. Gaucho tiene muchas definiciones, pero la que más se acerca al concepto que utiliza Sarmiento en su libro es “Campesino que, en los siglos XVIII y XIX, habitaba en las llanuras rioplatenses de la Argentina, en el Uruguay y en Río Grande del Sur (Brasil). Era buen jinete y diestro en los trabajos ganaderos” (DRAE) Por el contrario el Pampero es el argentino que vive en las montañas, éste es el hombre que les va a traer a la Argentina civilización y progreso. El mismo Sarmiento lo aclara en su 1° capítulo: “Muchos filósofos han creído también que las llanuras preparaban las vías del despotismo, del mismo modo que las montañas prestaban asidero a las residencias de la libertad”.

En el capítulo IV vuelve a cambiar su forma para entrar en el campo histórico. Sarmiento nos da un resumen, nada amigable, sobre la historia independentista de Argentina, adentrándose en las verdaderas causas y consecuencias de dichas revoluciones. Sarmiento así lo explica “Es inútil detenerse en el carácter, objeto y fin de la revolución de la independencia. En toda América fueron los mismos nacidos del mismo origen, a saber: el movimiento de las ideas europeas. La América obraba así, porque así obraban todos los pueblos. Los libros, acontecimientos, todo llevaban a la América a asociarse a la impulsión que a la Francia habían dado Norte América y sus propios escritores; a la España, la Francia y sus libros”.

La razón por la cual Sarmiento se enfoca tanto en hacer notar todo esto, antes de adentrarse en Facundo, es por su mismo exilio en Chile. Sarmiento no está escribiendo un libro para los argentinos que conocen sus formas de vida e historia, sino para los chilenos que no tienen mucha idea de estos detalles sobre su país vecino Sarmiento admite que existen universalidades del hombre que adquiere por su antropología natural, pero otras muy exclusivas de la Argentina, que son necesarias de explicación para entender las costumbres y tradiciones ajenas a la cultura chilena.

El V capitulo se enfoca en la personalidad del caudillo de los llanos argentinos, dando un resumen de su infancia y juventud antes de ser líder regional. Cabe destacar que el objetivo de este capítulo es que el lector desprecie a Facundo al no mostrar en él ningún rasgo civilizado. Este capítulo tiene ciertos dejos de narrativa. El resto de los capítulos son una especie de crónica muy personal de Sarmiento, sobre la guerra, las batallas, los conflictos políticos en los cuales estuvo involucrado Facundo. Es en general el estilo de Sarmiento en este libro pesado, lento y muy árido de leer.

Los últimos dos capítulos tratan del cese de la guerra después del asesinato de Facundo. Estos temas serán ampliados más adelante. Cuando se habla de Caudillo es según Domingo Irwin «...un jefe, guerrero, político, personalista con un área de influencia directa, cuando más regional, jefe de grupo armado, especie de ejército particular el cual emplea como elemento fundamental de su poder». Los siguientes capítulos son una descripción detallada de las batallas, guerras y demás en el que estuvo inmersa Argentina y en las cuales Facundo participó.

El tema central del libro es exactamente el que indica en el subtitulo del libro: Civilización y Barbarie. Consideraba a Buenos Aires como la única ciudad civilizada de Argentina. También Córdoba la considera con alto potencial civilizatorio por sus magnificas Universidades, pero con una contraparte, por su conservadurismo cristiano, que él consideraba contrario al progreso. Incluso afirma Sarmiento que mientras Buenos Aires se encuentra en el S. XIX el interior del país todavía no ha salido del oscurantismo medieval. Muy de los positivistas es considerar la Edad Media como una era de atraso y barbarie y las épocas del renacimiento e ilustración de modernidad y progreso.

El progreso al cual se refiere Sarmiento es uno que se enfoca exclusivamente en la ciencia, lo que revela su visión enteramente positivista y europeísta. Es por eso que el general Paz es exaltado en el capitulo IX de la siguiente forma “Paz es militar a la europea; no cree en el valor solo, si no se subordina a la táctica, a la estrategia y a la disciplina; apenas sabe andar a caballos; es, además, manco y no puede manejar una lanza. (…) Es el espíritu guerrero de la Europa hasta en el arma que ha servido, es artillero y por tanto matemático, científico, calculador. Una batalla es un problema que resolverá por ecuaciones, hasta daros la incógnita, que es la victoria (…) Es un militar hábil y un administrador honrado, que ha sabido conservar las tradiciones europeas y civiles, y que espera de la ciencia lo que otros aguardan de la fuerza brutal; es, en una palabra, el representante legítimo de las ciudades, de la civilización europea, que estamos amenazados de ver interrumpida en nuestra patria”.

El elemento bárbaro, por el contrario, está inmerso en Facundo Quiroga, caudillo regional apoyado por Rosas. A través de Facundo, Sarmiento pretende criticar a Rosas, que considera ambos de la misma calaña salvaje. Facundo es el representante máximo del gaucho malo, del indígena y del negro africano, que Sarmiento considera las etnias bárbaras que deben ser civilizadas por el europeo. Hay aquí una similitud con el pensamiento de los conquistadores que llegan al nuevo mundo a civilizar a los nativos a través del misionero. Para la corona española, la salvación del alma a estos salvajes estaba en cristianizarlos.

En su introducción ya Sarmiento nos revela sus intenciones que van a colmar este punto en todo el libro “¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo! (…) Facundo no ha muerto; está vivo en las tradiciones populares, en la política y revoluciones argentinas; en Rosas, su heredero, su complemento: su alma ha pasado a este otro molde más acabado y más perfecto (…)”

El tratamiento del tema del poder es un segundo aspecto a considerar en este libro. Lo más notable al leer el libro es la división del país en federalistas y unitarios. Estas ideas bandereadas por los caudillos les servían para un propósito que es el de la lucha de fuerzas antagónicas, lo que revela la visión política de estos hombres, especialmente los federalistas cuyo representante máximo era Juan Manuel Rosas. Para estos caudillos bárbaros los temas como el bien común de la sociedad, el orden y la justicia eran propósitos secundarios y hasta desechables sin ninguna importancia. Esto es exactamente lo que a Sarmiento le parece como una de las formas más bárbaras de hacer política. La pregunta entonces es ¿Qué buscaban estos Caudillos? Pues para ellos lo más importante era combatir a través de la guerra a sus enemigos los unitarios. No es por azar que en su capítulo XI, Sarmiento comience con la frase de Shakespeare “Mi reino por un caballo”, es claro que el que se metía en política es porque sabía montar a caballos, único modo de llegar al poder.

La guerra es un elemento esencial para la llegada del poder. Para los dictadores el enfrentamiento bélico les permite obtener poderes extraordinarios, con promesas de acabar la Guerra y cuando esta acaba, ya el Caudillo está perpetuado y no necesita manipular las instituciones gubernamentales que son, para los objetivos del tirano, un estorbo burocrático.

Esos fueron los modos de proceder de Bonaparte o Franco por ejemplo. Rosas no fue distinto de otros dictadores en sus formas. Los últimos capítulos están dedicados a este punto en particular. Tal como dice Sarmiento al final de su libro a modo de conclusión “Creo haber demostrado que la Revolución de la República Argentina está ya terminada y que sólo la existencia del execrable tirano que ella engendró, estorba que hoy mismo entre en una carrera no interrumpida de progresos que pudieran envidiarle bien pronto algunos pueblos americanos.”

Después de este análisis es fácil entender lo parecido que puede llegar a ser la historia en los diferentes países de la América de habla hispana. ¿Cuántas similitudes podemos conseguir con todos los movimientos latinoamericanos? Porfirio Díaz, Emiliano Zapata,
Ezequiel Zamora, José Tomás Boves, El “Ché” Guevara, incluso el estadounidense Abraham Lincoln puede ser considerado un caudillo.

El mismo Sarmiento hace una diferenciación con Bolívar “Sin estos antecedentes, nadie comprenderá a Facundo Quiroga, como nadie, a mi juicio, ha comprendido todavía al inmortal Bolívar, por la incompetencia de los biógrafos que han trazado el cuadro de su vida. En la Enciclopedia nueva he leído un brillante trabajo sobre el general Bolívar, en que se hace a aquel caudillo americano toda la justicia que merece por sus talentos, por su genio; pero en esta biografía, como en todas las otras que de él se han escrito, he visto al general europeo, los mariscales del Imperio, un Napoleón menos colosal; pero no he visto al caudillo americano, al jefe de un levantamiento de las masas; veo el remedo de la Europa y nada que me revele la América. Colombia tiene llanos, vida pastoril, vida bárbara, América pura, y de ahí partió el gran Bolívar; de aquel barro hizo su glorioso edificio. (…) El drama de Bolívar se compone, pues, de otros elementos de los que hasta hoy conocemos; es preciso poner antes las decoraciones y los trajes americanos, para mostrar en seguida el personaje. Bolívar es todavía un cuento forjado sobre datos ciertos; a Bolívar, al verdadero Bolívar, no lo conoce aún el mundo; y es muy probable que cuando lo traduzcan a su idioma natal, aparezca más sorprendentemente y más grande aún.”

Vemos aquí que ya Sarmiento advertía algo que iba a ser una constante en todos los caudillos de Venezuela, la religión bolivariana. Desde Páez hasta Castro, todos exaltaron la personalidad del Libertador para sus propios intereses. Todo parece indicar que en la personalidad de Hugo Chávez se encuentran características de un neo-caudillo. Proviene de los llanos, es carismático, es decir se mueve a través de las pasiones y en ella mueve a las masas, destruye las instituciones y las usa en su propio beneficio. A pesar de ser Santero, tiene como base el ateísmo marxista, sustituye al Dios de la Iglesia Católica por un Gobierno todopoderoso y como es parte de la naturaleza del hombre antropomorfar a sus deidades, usa la imagen de Bolívar como deidad máxima haciendo que el pueblo lo conecte a él como su redentor que bajó de los cielos a terminar su obra. ¿Un caudillo en el S. XXI? ¿Un salto atrás al S. XIX? Saquen UD. sus propias conclusiones

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