El
teatro es una de las mejores maneras de comprender a un país, su
cultura e idioma. Leer teatro es leer a los clásicos de la
literatura española.
Antes de Romeo y Julieta, Fernando de Rojas escribe La Celestina,donde la idea de dos amantes de distintas clases sociales, sumado al desenfreno y el apetito sexual, presentaban temas revolucionarios.
Lope
de Vega con su inmortal Fuenteovejuna,
hace
crítica al brutal y barbárico derecho
de pernada,
y solidaridad de un pueblo que, ante el ejercicio abusivo del poder,
inmortaliza la frase “Fuenteovejuna,
todos a una”.
Miguel
de Unamuno parece profetizar la guerra civil española con su obra El
Otro. Recogiendo
el mito bíblico de Caín y Abel, mimetiza la idea de las dos españas
enfrentadas en lucha fraticida.
Federico
García Lorca alcanza el cenit de su maestría literaria con La
Casa de Bernarda Alba quien
tiraniza a sus hijas imponiendoles un riguroso luto. La obra llena de
metáforas, contrastes y simbolismos, busca el símil de la represión
sexual con la política y la injusticia de clases con la relación de
poder entre Bernarda, sus hijas y las criadas de la casa.
Fernando
Arrabal lleva a España el teatro del absurdo en el '53 con El
triciclo, un
comentario sobre la miseria y la brutalidad de la bota militar. Una
obra muy relevante en pleno franquismo.
Leer
teatro es ver la historia de un país que se transparenta, con las
ideas de su tiempo. Las buenas críticas iluminan el camino a seguir,
a la hora de comprar libros.