El Pie de la Virgen obra
original de Andrés Eloy Blanco y dirigida actualmente por Orlando Arocha se
presenta en sus últimas funciones en la Caja de Fósforos de Bellos Monte.
Un grupo de estudiantes, cada
uno con su respectivo mote, se reúnen, filosofan, hablan de la tiranía de Topón
y de qué podrían hacer frente a él. Cabeza azul, líder de la banda es enjaulado
por el Tirano. Es rescatado por su novia de la jaula y le repite la profecía
que escuchó de la estatua de la virgen: sólo su pie derrotará la serpiente de
dos cabezas. La resolución es completamente inesperada pues el autor se lleva
la metáfora tan literal que resulta confusa. La novia de cabeza azul se corta
su pie, se cose el de la Virgen y cierra la obra con la derrota de Topón y el
pie de ella encima.
Doña Ana pareciera representar
la madre Patria, la mujer sometida de Topón que lleva luto por encima de una
ropa colorida; ve con tristeza a sus hijos, sin saber qué hacer por ellos. Topón
es una caricatura de Juan Vicente Gómez, cabeza azul representa al movimiento
estudiantil de la generación del ’28, los malucos son la milicia al servicio
del dictador.
Del montaje cabe destacar la
contemporización de ciertos elementos en vestuario, escenografía y música. La
obra abre como musical con la música de la Rapsodia de Queen (Mama mía) recurso
que ha usado el director en varios de sus montajes. En Pterodáctilos (su
anterior montaje) me pareció un recurso acertado, sin embargo aquí me produjo
algo de ruido.
El vestuario contemporiza la
pieza en casi todos los personajes y de manera magistral te da las claves para
hacer la conexión con la generación del ’28 al trocar, de un acto a otro, los
pupitres y pizarras, por los murales de la Central. La brutalidad e idiotez del
dictador no requiere de ninguna contemporización, tampoco los
pseudointelectuales que lo aplauden como focas y que en voz baja murmuran y se
burlan.
A nivel actoral, además de
Antonio Ruiz y Eulalia Siso que son los actores de larga trayectoria, destaco
la actuación de Aitor Aguirre en especial en el momento en que es enjaulado y
por un momento hace pensar a los subordinados de Topón.
A pesar de la excesiva
abundancia de metáforas y otros recursos literarios que requieren de un
complejo esfuerzo de entendimiento por parte del público, a grosso modo el
mensaje de la obra llega, se entiende. Las conexiones entre el movimiento
estudiantil actual, la brutalidad del dictador y la represión de los soldados
al servicio del mismo, son palpables y se entienden. Por eso pienso que haberse
presentado, previo a la Caja de Fósforos, en el Teatro Municipal para el
festival fue un acto de valentía y coraje.